Alexis Sazo
La gracia del Evangelio

Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. (Mateo 9:12–13)
«La gracia del Evangelio, tan difícil de comprender, nos pone ante la verdad y nos dice: Eres un pecador, pero puedes ir a Dios, quien te ama. Te acepta tal como eres, sin que hagas nada, sin que des nada, te quiere a ti, por completo… Dios vino hasta ti, pecador, para salvarte. ¡Regocíjate! Al decirte la verdad, Dios te libera. Delante de él, no puedes esconderte. La máscara que llevas frente a los hombres no sirve de nada en su presencia, Dios quiere verte tal como eres… para concederte su gracia» D.B.
Con respecto a lo anterior, las Escrituras nos dejan muy en claro que nadie puede escapar de la presencia de Dios, pues dicen: ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano. (Salmo 139:7–10).
Quizás usted esté agobiado por el recuerdo del mal que hizo a otros y a usted mismo. Escuche el mensaje del Evangelio: Dios aborrece el pecado que usted y yo cometemos, no lo puede pasar por alto, y porque es justo, lo debe castigar; sin embargo, nos ama, a pesar de nuestras artimañas, de nuestros malos comportamientos, deshonestidad, violencia, etc. El pecado nos afecta a todos, esta es la sentencia de Dios: «Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:22–23). No obstante, existe una solución definitiva para los pecados: Cristo Jesús. Él sufrió el castigo que usted y yo merecíamos. Él satisfizo la justicia en contra del pecado en la cruz del Calvario. Si usted cree en la obra salvífica del Señor Jesús, se arrepiente de su mal camino, confiesa sus pecados a Dios y le pide perdón, Él se lo dará gratuitamente, sin que usted haga nada, salvo creer con fe que únicamente Jesús le salva. ¿Cree usted esto?
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)