Alexis Sazo
La estimulación mutua

Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. (1 Tesalonicenses 5.11 RVR60)
A veces, nos olvidamos que en su Palabra hallamos este mandamiento de animarnos y estimularnos los unos a los otros para crecer en Cristo. Lo cierto es que muchas veces hacemos lo opuesto, nos criticamos y juzgamos mutuamente, no oramos por nuestros hermanos, etc.
Cuando Johnny Agar, de 19 años, terminó la carrera de cinco kilómetros, lo seguían muchísimos familiares y amigos que lo apoyaban y celebraban su triunfo. Johnny sufre de parálisis cerebral, lo cual le dificulta la actividad física, pero formó un equipo con su padre, para competir en muchas carreras. El padre empuja la silla en la que va él. Sin embargo, un día, Johnny quiso terminar solo. A mitad de camino, su padre lo sacó de la silla, lo ayudó a apoyarse en su andador y lo acompañó mientras terminaba la carrera sobre sus propios pies. Esto llevó a sus familiares y amigos a celebrar con todas sus fuerzas. «Contar con el apoyo de ellos me facilitó las cosas —dijo Johnny a un periodista—. Lo que me impulsó fue su entusiasmo». ¿No es esto lo que se supone que debemos hacer los seguidores de Cristo? Porque su Palabra nos dice:
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. (Hebreos 10.24 RVR60)
Así como el padre y la familia de Johnny lo estimulaban a avanzar en su carrera, de la misma manera, nosotros como creyentes, debemos animarnos y estimularnos en lo espiritual. Mis hermanos, hacer esto es una expresión del amor, amor que por cierto debemos sí o sí tener por nuestros hermanos, porque fue un mandamiento directo del Señor:
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Juan 13.34–35 RVR60)
Imaginemos la diferencia que habría entre el pueblo de Dios si todos decidiéramos alentarnos unos a otros; si siempre supiéramos que tenemos el apoyo de un grupo de hermanos en la fe que nos anima. Si tomáramos seriamente las palabras: «animaos unos a otros, y edificaos unos a otros» (1 Tesalonicenses 5:11), la carrera espiritual nos resultaría muchísimo más fácil a todos. Por eso su Palabra nos dice:
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Gálatas 6.2 RVR60)