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La comunión con los hermanos no es opcional



Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (Hechos 2:42)


Aunque los cristianos esperamos anhelantes el momento en que tendremos comunión perfecta en el cielo, sin embargo, nuestras relaciones aquí en la tierra a menudo son cualquier cosa menos gozosas. Alguien describió esto de la siguiente manera: «Vivir allá arriba con los que amamos será la gloria. Pero vivir aquí en la tierra con los que conocemos es otra historia».


No obstante, esto no es una excusa para aislarnos de los demás, ya que eso no resuelve ningún problema. Como creyentes, si hay algo que necesitamos, sobre todo cuando pasamos por dificultades, es la comunión con otros creyentes. Si bien es cierto lo que dice en 1 Juan 1:3 que «nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo», pero también lo es con nuestros hermanos. Es más, en la Biblia se nos dice lo vital que es la comunión con nuestros hermanos:


Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:11–13)


En otras palabras, sin la comunión con nuestros hermanos no podremos crecer y desarrollarnos –espiritualmente hablando– para poder alcanzar la estatura de Cristo.


Necesitamos algo más que nuestra comunión entre el Señor Jesús y nosotros; con esto no digo que no necesitemos tiempo a solas con Dios, sino que además de esto, necesitamos la comunión con otros hermanos. Reuben Welch escribió: «Los cristianos no se juntan porque se caigan bien, sino porque comparten una vida en común en Jesús y están… aprendiendo a amarse unos a otros como miembros de la familia de Dios».


Entonces, ¿cómo puede llegar a ser una realidad este amor tan profundo?


Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 Juan 1:6–7)


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