Él entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? (Juan 13:25)
El contexto del versículo del encabezado es el siguiente: El Señor Jesús estaba con sus doce apóstoles en el aposento alto. Judas aún se encontraba entre ellos y Jesucristo acababa de anunciar que uno de ellos lo habría de traicionar. Entonces, Pedro le hace señas a Juan, quien estaba recostado sobre el pecho del Señor Jesús, y le dice aquellas palabras.
Ahora, en este pasaje, vemos a Juan —el discípulo amado— en una postura de intimidad y cercanía con el Señor Jesús. Esta imagen de Juan recostado cerca del pecho del Señor nos enseña sobre la importancia y los beneficios de estar cerca de nuestro Salvador. Hoy quiero que veamos algunas razones para anhelar estar como el apóstol Juan.
Conocer su corazón: Estar cerca de Jesús nos permite conocer Su corazón. El apóstol Juan, al estar tan cerca del Señor, tenía, por así decirlo, un acceso especial a su corazón y sentimientos. Del mismo modo, cuando nosotros buscamos estar cerca de Cristo, a través de la oración y la meditación en su Palabra, llegamos a comprender más profundamente su amor, su voluntad y su propósito para nuestras vidas. En otras palabras, nos acercamos al corazón de nuestro Salvador.
Seguridad y paz: La cercanía con Jesucristo nos proporciona seguridad y paz en medio de esta vorágine llamada vida, y que el mundo no nos puede ofrecer, tal como Él mismo lo expresó (Juan 14:27). Y es en los momentos de incertidumbre, pruebas y dificultad, que estar cerca de Cristo nos da la confianza de que estamos en las manos de nuestro Salvador, y nadie nos puede arrebatar de ellas (Juan 10:28).
Transformación personal: Cuando estamos cerca de nuestro Señor, su santidad y amor transforman nuestras vidas. La influencia de su carácter perfecto nos lleva a anhelar ser más como Él. Este proceso de transformación nos ayuda a reflejar su luz en un mundo lleno de oscuridad (Santiago 4:8).
Escuchar su voz: Al estar cerca del salvador, somos más capaces de escuchar su voz y discernir su guía para nuestras vidas. En un mundo lleno de ruidos y distracciones, la cercanía con Cristo nos ayuda, por así decirlo, «a sintonizar» con su dirección divina, permitiéndonos tomar decisiones sabias y conforme a su voluntad.
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