Alexis Sazo
Jesús, Dios entre los hombres

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. (1 Timoteo 1:15)
Al nacer, hace unos 2000 años, vemos al Señor Jesús acostado en un humilde pesebre porque no hubo lugar para Él en el mesón (Lucas 2:7). Vivió y creció en el anonimato, sin riquezas; y ni siquiera tuvo casa propia (Lucas 9:58).
Siendo aún recién nacido hizo temblar a un rey (Mateo 2:3); como niño dejó asombrados a los eruditos (Lucas 2:46–47), y cuando creció dio órdenes a las fuerzas de la naturaleza (Marcos 4:39). Abrió los ojos a los ciegos, resucitó a los muertos e hizo muchos otros milagros, que fueron reconocidos incluso por los que querían hacerle daño (Juan 11:47).
Nunca escribió un libro, sin embargo, ¿qué biblioteca podría contener todos los libros que han sido escritos sobre Él? Eso sin mencionar todas las cosas que hizo: «Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén» (Juan 21:25). Nunca fundó una escuela, pero los que lo escucharon no cabrían en las sillas de todas las escuelas del mundo. Asimismo, nunca dirigió un ejército, ni reclutó un solo soldado, sin embargo, ningún jefe reunió a tantos voluntarios que a su vez hayan conducido a tantos rebeldes a deponer las armas a lo largo de la historia.
Cuando tenía treinta y tres años, aunque solo había hecho el bien, fue traicionado por uno de sus discípulos, negado por otro y abandonado por todos (Marcos 14:41–68). Su pueblo pidió su muerte y el gobernador romano se la concedió, sabiendo que Jesús era inocente (Mateo 27:22–26). Pero Él dio voluntariamente su vida por los culpables, ya que Él mismo dijo: «porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar» (Juan 10:17–18). Y por esta razón es que la tumba no lo pudo retener; resucitó y el cielo se abrió para recibirlo (Lucas 24:6, 51); y con ello venció a la muerte y al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo (Hebreos 2:14). Por esta causa Dios lo puso por Juez de vivos y muertos (Hechos 10:42).
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (Hechos 17:30–31)
¿Conoce usted a Jesús como su Salvador personal?