Iris P.
HAY UNA RAZÓN PARA TENER ESPERANZA

Y aborrecí la vida, porque me era penosa la obra que se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 2.17 LBLA)
En 2013, según una encuesta de la OMS, cada 40 segundos se producía un suicidio en el mundo y cada 3 segundos un intento de suicidio.
La desesperación que se apodera de una persona tras, por ejemplo, una crisis familiar o individual, la incita a cometer tal acción, pues no ven otra salida y prefieren atentar contra sus vidas. Los autores de la encuesta constataron que los seres humanos pueden soportar mucho sufrimiento y adversidad, siempre y cuando tengan una esperanza que les ayude a continuar. Pero, ¿esperanza en qué?
Es cierto que los progresos técnicos y científicos proporcionan una vida más agradable, con mayores comodidades y menos esfuerzo para hacer las cosas y muchos ponen sus esperanzas en dichos avances; sin embargo, existen ciertos avances que constituyen nuevas amenazas para el mañana; tecnologías que son nocivas para la salud de las personas, debido a la radiación que emiten o alimento genéticamente modificados que producen alteraciones en nuestros cuerpos, eso sin mencionar los contaminantes que son lanzados al aire a cada segundo y que luego inhalamos.
Los cambios políticos han aportado paz y estabilidad económica a ciertos países, pero a otros les ha traído más caos. Hasta antes de toda esta crisis, se destacaba el gran avance de las economías del mundo, se decía que nunca en la historia de la humanidad había habido menos pobres en el mundo. Elogiaban a los grandes avances tecnológicos, la producción en masa, etc.
Pero, ¿es cierto que ha mejorado el ser humano? ¿Somos mejores hoy de lo que fuimos en el pasado? Es verdad que la esperanza de vida aumentó sustancialmente en todo el mundo, pero la muerte sigue siendo aquel enemigo final e ineludible para todo ser viviente. Y tal como dijo Salmón, todo en esta vida es penoso, es vanidad y carece de sentido, porque es como correr tras el viento.
Entonces, ¿hay esperanza más allá de las desilusiones de la vida? Sí, existe una razón para tener esperanza y se llama Jesús.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. (Efesios 2.12)
Esa buena noticia de que la muerte ya no tiene poder sobre los creyentes (Hebreos 2.14-15) y que la vida tiene todo sentido cuando el hombre le pertenece a Dios. Él nos da un propósito y una razón para vivir que son eternos. Así que, no importa cuánto podamos padecer en este mundo, cuán difícil parezca todo, pues tenemos una esperanza gloriosa en los cielos, una promesa de Dios que un día estaremos junto a nuestro Señor para permanecer con él por toda la eternidad. ¡Gocémonos de tan bendita esperanza!
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. (Tito 2.11–13)