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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Hacedores de la Palabra



Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. (Santiago 1:22)


Un anciano visitó una iglesia durante una reunión de trabajo. Después de presentar una serie de informes, el presidente del comité de evangelización se puso de pie y declaró solemnemente que había 200 hogares en su comunidad que no tenían Biblia.


Luego de un momento de silencio, el anciano visitante se puso de pie y preguntó: «¿Cómo obtuvieron esa información acerca de las 200 familias?» El presidente informó con orgullo que el comité había recorrido el área, llenado formularios y compilado así toda la información. El anciano entonces contestó: «Hay por lo menos 200 personas en esta reunión. Cada una podría llevar una Biblia a una familia en menos tiempo de lo que estamos pasando aquí escuchando estadísticas e informes. Ustedes solo están jugando a la religión. ¡Es mucho hablar, solamente palabras!»


El Señor Jesús dijo: «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?» (Lucas 6:46). Y la triste realidad es que muchas iglesias se han convertido en una especie de clubes religiosos llenos de comités, juntas y programas; pero no están produciendo nada, no están dando frutos. Si usáramos la mitad de la energía que usamos en hablar sobre el o los programas de la iglesia, y en vez, se pudieran canalizar dichas fuerzas en llevar el evangelio a las almas perdidas, se podrían ganar incontables almas para Cristo.


Mis hermanos, ninguna cosa que hagamos —por muy bíblica que sea— puede reemplazar a la predicación del evangelio. Nada le puede quitar el lugar preponderante que esta debe tener. Así que, como dice en el versículo del encabezado, seamos hacedores de la Palabra.


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