Alexis Sazo
Guiados por el Espíritu Santo

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8:14)
Un hecho importante que todo creyente debe conocer es que el Espíritu Santo mora en cada uno de nosotros (1 Corintios 6:19). Esto es por la promesa del Señor Jesús de enviar al Consolador una vez que se fuera (Juan 16:7). Asimismo tiene que ver con la resurrección de nuestro cuerpo mortal. Nuestro cuerpo aún está sujeto a las consecuencias del pecado, por ejemplo, se enferma, se desgasta hasta morir, etc.
Dios nos ha provisto de todo lo que necesitamos para vivir de acuerdo con la posición que Él nos ha dado, esto es, la vida nueva en Cristo y su Santo Espíritu. Ya no tenemos ninguna obligación con la carne, y ella ya no tiene derecho sobre nosotros, porque hemos muerto respecto a nuestra vida pasada. Sin embargo, todavía tenemos la carne en nosotros, pero no debemos darle espacio:
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Romanos 13:13–14)
Nuestro llamado es a quitarle cualquier ocasión de volver a tener autoridad sobre nuestras vidas. Esto lo podemos lograr únicamente a través del poder del Espíritu Santo (2 Timoteo 1:7) que nos capacita para poder imponer silencio a las insinuaciones del pecado de nuestro cuerpo mortal.
Así experimentaremos la vida de Dios tal como Él quiere. Solo aquellos que le den lugar al Espíritu y no a la carne y al pecado, pueden ser reconocidos como hijos de Dios, tal como dice el versículo del encabezado. Esto lo debemos hacer imitando a nuestro Señor Jesús, quien obraba en el poder del Espíritu Santo y era guiado por Dios Padre a través de Él.
En conclusión, debemos permitir que el Espíritu Santo guíe nuestros pasos; rogándole cada día a Dios que nos dé de su gracia y su poder para así vencer al pecado que mora dentro nuestro, para que de esta forma podamos vivir vidas exitosas venciendo a la carne, siendo guiados por el Espíritu Santo.