Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12:10 NTV)
A veces, es muy difícil dar las gracias en todas las situaciones. Por ejemplo, cuando nuestros cuerpos son invadidos por el dolor; o cuando nos acaban de diagnosticar una enfermedad que no tiene cura; o cuando hemos perdido el trabajo; cuando se ha roto una relación de años. En situaciones así, nos parece que darle las gracias a Dios es algo impensado. Pero sin importar cuán dura parezca la situación, podemos aprender a darle gracias a Dios, porque Él nos da la fuerza cuando estamos débiles.
El apóstol Pablo aprendió esta lección, por eso pudo decir las palabras del versículo del encabezado. Otro buen ejemplo fue David mientras era perseguido por Saúl dijo:
Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos. (Salmos 63:3–4 RVR60)
Como creyentes, podemos sentirnos agradecidos de las situaciones difíciles, porque estas no son fortuitas, sino que Dios en su soberanía las está permitiendo con un hermoso propósito. En el momento no lo entendemos, pero llega un punto que se cumple lo dicho por el Señor: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después (Juan 13:7–8 RVR60). Debemos recordar que Dios está haciendo lo que es mejor para nosotros, incluso a través de este sufrimiento. Él obra para nuestro bien, porque bien nos dice su Palabra:
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. (Romanos 8:28 RVR60)
Un escritor y predicador escocés llamado George Matheson (1842-1906), el cual era ciego, dijo: «Te he dado gracias mil veces por mis rosas, pero ni una sola vez por mi espina. Enséñame la gloria de mi cruz y el valor de mi espina. Muéstrame que he subido a ti por el camino del dolor. Muéstrame que mis lágrimas han formado mi arcoíris».
Cuando nos rendimos a la voluntad de Dios y recordamos que Él está obrando para nuestro bien, entonces aprenderemos a dar gracias por todas las dificultades que estamos viviendo, incluso por nuestras «espinas».
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