
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos. (1 Timoteo 6:8)
La publicidad es uno de los principales motores para estimular el consumo en las personas. Explota astutamente el deseo de «necesitar» poseer lo que no se tiene. Este deseo no es reciente, pues nuestros primeros padres, que vivían en perfección y con todas sus necesidades suplidas, también quisieron probar lo único que no debían comer.
No olvidemos que la meta del diablo es hacer que desobedezcamos a Dios, y en este caso lo hace despertando o estimulando nuestra codicia natural pecaminosa. Relacionado con esto, otra de las cosas que hace es, por ejemplo, incentivándonos para que nos comparemos con quienes poseen más que nosotros. Pero no debemos olvidar lo que nos dice su Palabra:
Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá. (Salmos 39:6)
Si hemos caído en aquella trampa del enemigo, esto de compararnos con los que tienen más que nosotros, ¿cómo podríamos ser liberados de ello? Quizás, una buena medida es que nos comparemos, desde el punto de vista material, con aquellos que son menos privilegiados que nosotros. Esto nos llevará a estar satisfechos y agradecidos, y a compartir con otros.
Además, no podemos olvidar que todo lo que podamos poseer, sea poco o sea mucho, todo nos ha sido provisto por Dios. Cuando consideramos la vida desde este ángulo, entonces descubrimos muchos motivos para darle las gracias. Aunque claro, nos cuesta darle gracias a Dios por lo que nos da, cuando es poco, materialmente hablando. Por eso es tan importante que obedezcamos el mandamiento de Dios que nos dice:
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)
Si somos creyentes, tenemos razones de sobra para darle gracias a Dios, pues poseemos el más grande de todos los dones: La vida eterna obtenida por la fe en Jesús, quien murió por nosotros.
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