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  • Foto del escritorIris P.

¿ESTAMOS ESPERANDO AL ESPOSO?



Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. (Mateo 25.1–10 RVR60)

¿Estamos verdaderamente esperando al Señor Jesucristo? ¿Tenemos nuestro aceite de repuesto? ¿Estamos preocupándonos de llevar una vida agradable a los ojos de Él? O ¿estamos preocupándonos únicamente de las cosas de este mundo convulsionado, teniendo los mismos afanes que los inconversos?

En el mundo occidental es muy fácil decir “yo soy cristiano”, pero algo muy diferente es demostrarlo con hechos y no me refiero a las liturgias y tradiciones eclesiásticas, sino en su vida privada, en su hogar, en su trabajo, etc. ¿Cómo son nuestras acciones y actitudes para con los demás? Nuestro hablar, nuestro vestir, nuestro trabajo para el Señor, nuestra prudencia, nuestro carácter, nuestra obediencia a la Palabra de Dios, nuestro amor, nuestra misericordia, nuestra fe, etc.

La pregunta es si verdaderamente lo estamos esperando o ya nos aburrimos de esperar y por eso estamos “entretenidos” con las cosas que ofrece esta vida? Porque recordemos que este mundo (el sistema mundano) es gobernado por el maligno (1 Juan 5.19). Y nosotros no podemos ser tan ingratos con aquel que dio su vida para darnos la vida a quienes estábamos muertos en delitos y pecado. ¿En serio no nos conmueve el dolor del Hijo de Dios? ¡Qué hacemos mirando, deseando y revolcandonos en el mundo! Tengamos cuidado hermanos, porque el Señor dijo:

Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Porque muchos son los llamados, y pocos los escogidos. (Mateo 22.8 y 14 RVR60)

Despertemos si hemos caído en el sueño y si no tenemos aceite de repuesto, vayamos a buscarlo antes de que venga el esposo.


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