Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan. No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo cantando salmos e himnos y canciones espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón. Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (Efesios 5.15–20 NTV)
Lo primero que vemos en estos versículos es que el Señor quiere que nos conduzcamos en esta vida como sabios y para poder hacerlo debemos aprovechar bien nuestro tiempo.
Cabe destacar que lo único que todos tenemos en común, además del pecado, es que todos tenemos 24 horas por día. No importa que seamos ricos, pobres, jóvenes, viejos, etc. Incluso el Señor cuando estuvo en esta tierra, aunque era Hijo de Dios, tuvo al igual que cualquier ser humano 24 horas. La diferencia con nosotros, es que el Señor usó bien su tiempo, es por eso que a la edad de 33 años terminó su ministerio, puesto que no desperdició ningún minuto del día ni de la noche.
Dios desea que nosotros tengamos una vida espiritual plena, fructífera y de bendición, pero para poder cumplir con este deseo del Señor es que tenemos que aprender a valorar el tiempo y a aprovecharlo sabiamente. Aunque la pregunta es: ¿Cómo podemos aprovechar bien el tiempo? Lo primero es que tenemos que ser conscientes de lo valioso que es el tiempo, puesto que la Palabra de Dios, dice que el Señor nos pedirá cuenta de todo lo que hicimos:
Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo. (2 Corintios 5.10 LBLA)
En otras palabras, debemos dar cuenta de cómo administramos nuestro tiempo mientras vivimos en el mundo. Y acá nace otra pregunta: ¿Cómo estamos administrando ese tiempo? La Palabra de Dios nos enseña que debemos organizar nuestro tiempo, pues dice:
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. (Eclesiastés 3.1–2)
Nuestro ejemplo perfecto, es decir, el Señor Jesús, nos mostró que lo primero era tener momentos de oración con Dios, estando solos (Mateo 6.6), pues dice:
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. (Marcos 1.35 RVR60)
Así como es común que se tome desayuno en la mañana para poder afrontar el día con energías, necesitamos llenarnos de Dios y de su Palabra como la primera comida, para así poder hacerle frente a la guerra en la que estamos (Efesios 6.12); seamos sabios imitando el ejemplo de nuestro Señor.
Y hermanos, pidámosle sabiduría a Dios para vivir aprovechando bien el tiempo, especialmente en estos días, porque los días son malos (Efesios 5.16).
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