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  • Foto del escritorAlexis Sazo

¡Esta vez es demasiado!



Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa. (Colosenses 3:23–24)


Las ancianas… enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa. (Tito 2:3-5)


Esa noche dos de los niños tenían fiebre y Edith se levantó muchas veces para cuidar y consolar a los enfermos. En la mañana, como estaban cansados y aburridos, no dejaban de pelear. El trabajo en la casa no avanzaba. ¡Edith también estaba cansada!

Mientras preparaba el almuerzo, una nueva riña estalló en la habitación. Edith fue de inmediato al lugar, dejando en la cocina al más pequeño que jugaba tranquilamente. Cuando volvió, lo encontró vaciando en el piso la botella de aceite que había quedado abierta. ¡Esta vez es demasiado!, suspiró la pobre madre, anonadada. Deseaba sentarse, llorar y decir: «No puedo más, ¡arréglense sin mí!» Pero una mamá no puede permitirse esto.


Madres cristianas, todos los cuidados que ustedes prodigan a su familia no pasan desapercibidos para el Señor Jesús. Él está lejos de olvidar sus incesantes oraciones. Sabe lo que es el trabajo de una madre de familia con todo su ajetreo, preocupaciones, fatigas, inquietudes y alegrías también.


Él les confió esos niños, que necesitan de ustedes en todos los detalles propios de su edad. El Señor les dará las fuerzas necesarias, y ¡ustedes no perderán su recompensa!

Si los niños necesitan de usted, usted necesita del Señor. Si su niño se lastima, se vuelve hacia usted llorando. El Señor también está dispuesto a oír su clamor, y sus recursos sobrepasan ampliamente los nuestros.


Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. (Salmos 34:15, 17)


Fuente: La Buena Semilla


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