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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Escuchar a Dios con atención



¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo…! (Salmo 81:13)

—Mamá, ¿has visto mi camiseta de fútbol?

—Sí, Felipe, esta mañana estaba tirada en el sofá y la…

No pudo terminar su frase porque Felipe salió sin escuchar el resto, ya que se fue a buscar su camiseta en el sofá. Entonces regresó diciendo: —Mamá, te equivocaste, no está ahí.

—No escuchaste lo que quería decir; estás perdiendo el tiempo. Guardé tu camiseta en tu habitación.

Un día la madre de Felipe envió a su hijo a buscar un medicamento a la farmacia. Le dijo que ya lo había pagado, pero él estaba jugando con su teléfono mientras «escuchaba sus instrucciones». Tras salir a hacer el mandado de su madre, Felipe, regresó casi de inmediato, diciendo: —¡Mamá, olvidaste darme el dinero!

«Mamá, te equivocaste», «mamá, olvidaste», este es el lenguaje de Felipe porque no presta atención a lo que le dice su madre para luego culparla. ¿No sería mejor que dijese: «Mamá, no te escuché bien»?

Para cada uno de nosotros, como creyentes, es muy importante saber escuchar en general, pero sobre todo cuando Dios nos habla. La pregunta es: ¿Tenemos demasiada prisa para escuchar lo que Dios quiere decirnos? ¿O lo «escuchamos» distraídamente? Entonces deducimos, precipitadamente, que Dios se equivocó, que no pensó en todo.

El Señor Jesús dijo a la multitud que estaba reunida a su alrededor: «Oídme todos, y entended» (Marcos 7:14). También les dijo a sus discípulos: «Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras» (Lucas 9:44). Mis hermanos, ¡escuchémosle atentamente! Porque Él nos habla ante todo mediante la Biblia. Leámosla diariamente y con mucha atención. Dios nos aconseja esto diciéndonos: «Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma» (Isaías 55:3).

No seamos como Felipe con su mamá, escuchemos a Dios con atención, porque recordemos que el Señor dijo: «Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan» (Lucas 11:28).


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