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Episodio #68: Errores que cometemos en la interpretación bíblica

Actualizado: 17 ene 2021



 

Nota: Esta es la transcripción de un episodio del podcast Edificados en Cristo. Para escuchar el episodio del podcast hacer click aquí.

 

Episodio #68: Errores que cometemos en la interpretación bíblica


¡Sean todos muy bienvenidos a un nuevo episodio más en su podcast, Edificados en Cristo! Mi nombre es Alexis. Y el día de hoy, les traigo un episodio titulado: Errores que cometemos en la interpretación bíblica. Pero antes, demos paso a la intro y los veo enseguida.


Dice la Palabra de Dios:


Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3.16–17 RVR60)


La palabra en el original griego que en nuestras Biblias aparece traducida como inspirada es theópneustos (θεόπνευστος). Que a su vez, proviene de las palabras griegas Theos, que significa Dios y pnéō, que significa respirar o soplar. Entonces, esta palabra significa: producido por el Espíritu de Dios. Entendido como el aire que fue físicamente expulsado de los pulmones de Dios. Ahora, ¿por qué digo esto? Porque quiero que lo tengamos en mente durante el episodio; recordando que cada porción y versículo de las escrituras fue dicho por Dios mismo y que, por lo tanto, nos es útil, es decir, no lo podemos desechar por ser algo del Antiguo Testamento o por haber sido dicho en otra época.


Pero antes de continuar, quisiera aclarar que yo no soy un experto en interpretación bíblica, pero sí he estudiado cómo se debe hacer esta. Así que, quiero aclarar algunos errores de interpretación recurrentes con los que me he encontrado en estos últimos meses. La verdad es que varios son algo controversiales e incluso dividen a los creyentes en muchas partes. No obstante, no es mi intención causar más división, sino que solo quiero aclarar que hay versículos y pasajes que se han interpretado de mala manera al no tener en cuenta un punto muy importante y que es que Dios no cambia; tal como leemos en los versículos de Salmos 102.26; Malaquías 3.6; Hebreos 13.8; y Santiago 1.17.


Entonces, comencemos con el primer error. Dicen las escrituras:


La mujer no vestirá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer; porque cualquiera que hace esto es abominación al SEÑOR tu Dios. (Deuteronomio 22.5 LBLA)


Este es el versículo clásico que usa la mayoría de los creyentes para rechazar el uso del pantalón en la mujer hoy en día. Aunque, por otra parte, hay un gran número de creyentes que aluden que en los tiempos bíblicos solo usaban túnicas como vestimenta y no existían los pantalones, razón por la cual no se podría usar este versículo para hablar que la mujer debe usar vestidos. Entonces, ¿quién tiene la razón en esto? ¿Quién interpreta correctamente este pasaje?


Una regla básica de interpretación bíblica es que todo pasaje se debe mirar en el contexto general del libro y especialmente en el contexto del capítulo y del párrafo que estamos leyendo o estudiando.


En cuanto a este verso de Deuteronomio, algunas versiones ponen como título no inspirado: «Leyes diversas», a los versos que van del 1 al 12 del capítulo 22 de Deuteronomio. En esta porción Dios menciona cosas como qué hacer con un animal extraviado que uno se encuentra o edificar un muro para evitar que alguien se caiga de un balcón. Además, menciona varios versos que guardan relación con el versículo 5, estos son los versos que van del 9 al 11 y en ellos Dios nos deja en claro que le desagradan las mezclas.


Esta es la manera correcta de mirar este versículo, es decir, entendiendo que el versículo 5 forma parte de lo que le desagrada a Dios en cuanto a las mezclas. Por ejemplo, cuando Dios le dijo al pueblo de Israel que no se mezclara con los pueblo de Canaán, no fue porque fuera racista o elitista, sino porque ellos los llevarían al mal, los inducirían a alejarse de Él y a adorar otros dioses; cosa que efectivamente sucedió.


Si miramos, por ejemplo, a los modelos que salen en las revistas de moda y que desfilan en las pasarelas de todo el mundo, veremos la corrupción del sistema mundano. ¿A qué me refiero? A que existe toda una tendencia en buscar hombres y mujeres llamados andrógenos, es decir, unos que tengan rasgos que no permitan identificar qué son, es decir, si son hombres o mujeres.


Sabemos que Dios creó un hombre y una mujer bien diferenciados en todo sentido. Porque los hombres y las mujeres tenemos bastantes diferencias, que van desde las anatómicas, como por ejemplo, la estructura ósea, la musculatura, los genitales, etc. pasando por las fisiológicas, tales como las hormonas o el funcionamiento de nuestros cerebros y asimismo nos hizo diferentes en lo que a expresión de sentimientos se refiere.


Al estudiar la Palabra de Dios, podemos encontrar que Él siempre ha hecho separaciones. Por ejemplo: Separó la luz de las tinieblas, el día de la noche, el mar y la tierra, las estaciones del año, etc. Separó las aguas del mar Rojo y del río Jordán para que su pueblo pasase. Separó a los israelitas del resto de los pueblos (como ya mencioné). Separó a los levitas de las otras tribus, separó a los sacerdotes dentro de los otros levitas; separó el atrio del lugar santo y del lugar santísimo. Creo que queda claro el punto que quiero demostrar.


Entonces, volviendo a lo que decía al principio, a Dios no le gustan las mezcolanzas. Y si nos damos cuenta -especialmente hoy en día-, Satanás busca borrar cualquier tipo de separación entre hombres y mujeres, porque claro, él busca destruir la creación de Dios.


A qué voy con esto, a que es verdad que la Biblia no habla específicamente de pantalones y faldas, así como tampoco de tinturas de pelo o el ver pornografía en internet; porque en el tiempo en que se escribió la Biblia, claramente no existían esas cosas. Sin embargo, y teniendo en cuenta que Dios no cambia, el trasfondo de lo que a Él le agrada o le desagrada es lo mismo sin importar la época; y en este caso específico, las mezclas y la unión o fusión de las cosas que Dios separó desde el principio y que aún hoy en día nos manda a mantener separadas.


Ahora, si interpretamos el versículo de Deuteronomio 22.5 como que eso era algo del pasado, que ya no se aplica a nuestros tiempos, porque los tiempos cambian o que los pantalones y faldas no eran la vestimenta de la época; es un grave error. Porqué, se podrá preguntar alguien, por la sencilla razón de que Dios no cambia. Y como ya vimos, lo que a Dios no le agrada son las mezcolanzas, especialmente las mezcolanzas entre sexos que Él creó bien diferenciados y asimismo, entre el creyente y el mundo.


En conclusión, este versículo de Deuteronomio 22.5 nos habla de que incluso en nuestra vestimenta debe notarse la diferencia entre hombre y mujer. Y es cosa de ver cómo visten las personas del mundo, para entender cómo no deberíamos vestirnos nosotros los creyentes.


Entonces, continuemos y veamos otro de los errores interpretativos. Dice así la Palabra de Dios:


Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. (1 Corintios 14.33–35 RVR60)


Y también están estos otros versículos que mencionan lo mismo:


Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. (1 Timoteo 2.11–12 LBLA)


Particularmente, estos versículos les desagradan a muchas personas, especialmente a las mujeres que son pastoras o ministros, las cuales enseñan y predican en diferentes congregaciones.


El error interpretativo que he escuchado sobre estos versículos va de la siguiente manera:


En la antigüedad, cuando fueron escritas estas cartas, a las mujeres no se les permitía predicar o estudiar. Y lo que el apóstol Pablo quiso decir es: «Mujeres, guarden silencio, porque todavía tienen que aprender». En otras palabras, lo que está haciendo Pablo es darles una oportunidad para que aprendan de las escrituras. Porque como dicen quienes interpretan de esta forma este pasaje, las mujeres estaban entrando hace poco al tema de la Palabra de Dios y recién estaban recibiendo instrucción bíblica; por lo tanto, no llevaban mucho tiempo aprendiendo de la Biblia y como todo nuevo creyente eran inexpertas en varios temas. Entonces, lo que hace el apóstol es decirles: «necesito que estén en silencio; que aprendan primero y cuando hayan aprendido, tendrán la posibilidad de enseñar a otros la verdad de lo que dice la Biblia sin equivocaciones».


Esta interpretación suena muy convincente, claro, como todas las mentiras del diablo; pero quien interpreta así las escrituras comete un gran error, porque decir que se les prohibía hablar en voz alta a las mujeres porque eran inexpertas en las escrituras y que primero debían aprender para luego poder enseñar, no tiene un sustento. Porque Pablo se lo tendría que decir también a los hombres. El apóstol tendría que haber dicho lo siguiente: «Como en todas las iglesias de los santos, vuestros hombres y mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar a los que son nuevos, sino que estén sujetos a los más ancianos, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos o esposas que ya llevan tiempo en las cosas de Dios; porque es indecoroso que un hombre o una mujer neófitos hablen en la congregación».


Claramente no es lo que dice, porque no era la intención del apóstol. Esto no tenía que ver con la cultura o los tiempos, ni tampoco con el lugar histórico de la mujer frente al hombre en aquellos días; puesto que en los versículos que siguen de 1 Timoteo 2.12, Pablo da la razón para decir lo que dijo sobre el silencio que las mujeres deben guardar en las congregaciones. Escuche:


Porque Adán fue creado primero, después Eva. Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. (1 Timoteo 2.13–14 LBLA)


Acá vemos que la razón del silencio de las mujeres en la congregación es debido al orden divino de la creación y al engaño del que fue víctima la mujer. Y como podemos ver, nada tiene que ver con la cultura o la falta de expertise en el conocimiento de las escrituras para que las mujeres guardaran silencio.


Otra de las razones que dan para que la mujer hable en voz alta en las congregaciones, es cuando dicen que Dios nos hizo iguales (varón y hembra, me refiero) y que tenemos el mismo mandamiento del Señor de predicarle a todos (Marcos 16.15). Sí, es cierto que fuimos creados iguales delante de Dios y también es cierto que todos tenemos el deber de predicar a nuestros semejantes. Sin embargo, y como ya leí recién, el tema del silencio de la mujer es por un orden establecido por Dios, no porque Pablo fuera machista o debido al contexto histórico, pues tiene que ver con un tema de autoridad impuesta por Dios. Y en cuanto a lo de predicar, Pablo está hablando de hacerse en la congregación, es decir, que exclusivamente en la congregación una mujer no puede hacerlo en voz audible; pero tiene el mismo deber y la misma responsabilidad de un varón de predicar la Palabra de Dios.


Otro error parecido a este, es el siguiente:


Todo hombre que cubre su cabeza mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza. Pero toda mujer que tiene la cabeza descubierta mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza; porque se hace una con la que está rapada. Porque si la mujer no se cubre la cabeza, que también se corte el cabello; pero si es deshonroso para la mujer cortarse el cabello, o raparse, que se cubra. Pues el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre. (1 Corintios 11.4–7 LBLA)


Este es otro de los temas controversiales en muchas denominaciones hoy en día, pues es un tema que también divide. Y al igual que en el error anterior, este mandato del apóstol Pablo es visto desde un contexto cultural, así como de una acusación al decir que Pablo era machista.


Por ejemplo, en cuanto a lo de cubrirse la cabeza por un tema cultural, Calvino hacía la suposición de que había mujeres con hermoso cabello en aquella iglesia local y que estaban acostumbradas a descubrirse para mostrar su belleza. Y, por lo tanto, lo dicho por el apóstol venía a frenar este vicio. En un comentario popular del siglo XVIII, el autor decía lo siguiente: «Esta frase es una imitación fantasiosa de las sacerdotisas y profetisas de los gentiles que, cuando servían a sus ídolos y especialmente cuando sacrificaban a Dionisio, se descubrían la cara y el cabello despeinado, suelto en toda su longitud sobre las orejas». En otras palabras, lo que acá se dice, es que lo que las cristianas de la iglesia local de Corinto hacían, era imitar a las mujeres paganas. Otro comentarista del siglo XIX decía que las mujeres de Corinto, sobre la base de la abolición de la distinción de sexos en Cristo (Gálatas 3.28), exigían igualdad con respecto al género masculino y -sobrepasando los límites del decoro- se presentaban para orar y profetizar sin el velo cultural de la mujer.


Pero ¿fue por esa razón que Pablo dijo todo lo que dijo? Veamos el contexto del pasaje y leamos los versículos que siguen de 1 Corintios 11. Dice así la Palabra de Dios:


Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre; pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. Por tanto, la mujer debe tener un símbolo de autoridad sobre la cabeza, por causa de los ángeles. (1 Corintios 11.8–10 LBLA)


Claramente podemos ver que las razones de Pablo no tienen que ver con la cultura, ni con que fuera fariseo y la tradición judía de que las mujeres se cubrieran la cabeza o porque «era machista». Si nos damos cuenta él da una respuesta que traspasa el tiempo y lo humano, pues dice que esa señal de sumisión es por el orden establecido por Dios en la creación y que tiene que ver con los seres angelicales. En otras palabras, no es un tema cultural de imitación de las paganas o de mostrar su hermoso cabello, así como tampoco es por el «machismo o el fariseísmo» de Pablo, sino que es algo de origen divino. Por lo tanto, no podemos interpretar este pasaje en los contextos antes mencionados, porque hacer eso sería un error.


Ahora, el último error que quiero tocar es el siguiente:


Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda. (Mateo 5.39–42 LBLA)


Hay hermanos quienes, basados en un contexto histórico, dicen que el Señor Jesús dijo esto debido a los centuriones romanos. Explican que, como bien sabemos, el imperio romano tenía bajo su dominio a Israel. Y debido a que estos soldados eran bastante prepotentes y les gustaba abusar de su poder; entre las cosas que hacían estaban estas que mencionaba el Señor. Un ejemplo de ello, lo encontramos en el proceso de crucifixión del Señor. Escuche:


Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. (Mateo 27.32 RVR60)


Acá vemos que a Simón de Cirene lo obligaron a llevar la cruz del Señor. Entonces, según la interpretación que mencioné antes, lo dicho por el Señor Jesús corresponde a un tema netamente del Israel de aquellos tiempos.


¿Cuál sería el error en esto? El error central de estos tres últimos errores que mencioné, tienen que ver con situar a las escrituras en un tiempo pasado, encapsulando su interpretación a tiempos remotos, quitándole así validez para nuestros días. Indirectamente, quienes hacen estas interpretaciones, están diciendo que la Palabra de Dios no es eterna, sino que es anacrónica, esto es, que no es propia de la época de la que se trata, que en este caso serían nuestros días.


Volviendo a lo del sermón del monte, decir que el Señor dijo esas palabras únicamente debido a los romanos, significa que perderían toda validez para nuestros días, ya que hace bastante tiempo que cayó el imperio romano; y claramente interpretar así las escrituras es un error.


Hermanos, tanto cuando leemos como cuando estudiamos las escrituras, tenemos que recordar que nuestro Dios estableció un orden, es decir, que nos dio parámetros con los cuales pudiéramos saber qué es correcto y qué no delante de sus ojos. Estos parámetros no son para que nosotros los ignoremos, sino para que los sigamos. Lo segundo es, que no porque un hombre de tales o cuales características haya dicho esto o aquello en las escrituras, estas dejan de ser válidas a los ojos de Dios, me refiero, por ejemplo, a decir que los escritos de Pablo tienen un sesgo debido a que era fariseo, lo cual es un error, porque de acuerdo con el primer versículo que cité al empezar este podcast, todo lo que Dios nos dejó escrito en su Palabra fue producido por el Espíritu de Dios; es decir, que fue físicamente expulsado de los pulmones de Dios. Y no porque un hombre haya sido algo antes de convertirse, significa que tenía una visión sesgada sobre un tema, porque no era el hombre escribiendo, sino que era Dios el Espíritu Santo usando a aquel varón para hacer su voluntad.


Y en cuanto a la inmutabilidad de las escrituras, el mismo Señor Jesús dijo:


El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (Mateo 24.35 RVR60)


Y también dijo:


Pero más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que un ápice de la ley deje de cumplirse. (Lucas 16.17 LBLA)


Por lo tanto, mirar los contextos históricos para interpretar las escrituras desde esa perspectiva de manera exclusiva, nos hace caer en errores como los mencionados anteriormente. Y como también dije, nuestro Dios no cambia; y como vimos con los versículos recién citados, su Palabra tampoco lo hace; esto quiere decir que no está atada a contextos culturales o históricos para la interpretación de los temas netamente doctrinales; no así para los libros que son de naturaleza narrativos, que esos sí deben ser analizados y estudiados en el contexto históricos-culturales de la época.


Ahora, algo a destacar, todos los temas que toqué en este episodio son secundarios, esto quiere decir que no afectan la salvación de nuestras almas; sin embargo, no por eso los vamos a desechar o sencillamente a ignorar. No porque el velo o el guardar silencio en la congregación se circunscriba únicamente a las mujeres -siendo uno varón-, no nos va a importar en lo más mínimo. Y asimismo, tampoco los vamos a usar para hacer separaciones en la congregación. Porque tres de los cuatro errores que mencioné, han causado mucha división en las diferentes denominaciones cristianas.


Hermanos, tenemos que entender que todo lo que tiene que ver con nuestros cambios espirituales, no son imposiciones o dogmas inviolables sellados a fuego; quiero decir que no porque alguien se convirtió al Señor debe adquirir de inmediato todas las costumbres de la congregación a la que va o vestirse de tal o cual manera.


Mis amados, los cambios externos en la vida de los creyentes, los va dando Dios, a través del maravilloso Espíritu Santo. Es Él quien hace la obra de santificación en nuestras vidas. Ya que si no dejamos que Él actúe, la vida cristiana se vuelve una mera religión, un conjunto de normas y no una vida nueva y viva en Cristo Jesús. Pues he sabido de casos de hermanos que hacían cosas sin tener idea porqué, porque las hacían solo porque los ancianos o el pastor les habían dicho que debían hacerse.


En el versículo de Romanos 12 dice esto mismo que acabo de decir. Escuche:


No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. (Romanos 12.2 NTV)


Acá vemos como Dios mismo dice que es Él quien transforma a las personas al cambiar su modo de pensar; por lo tanto, cualquier cambio en nuestras vidas no debe ser impuesto por nosotros como seres humanos, sino que debe ser de origen divino.


Por ejemplo, conozco dos casos de hermanas que llegaron a congregaciones vistiendo como verdaderas mundanas, siendo creyentes las dos en el momento en que llegaron a estas iglesias locales. Ninguno de los hermanos que se congregaban allí les dijo nada acerca de su aspecto y vestimenta, sino que solo le mostraron amor fraternal en Cristo, mientras oraban para que el Espíritu Santo les hiciera darse cuenta de que no estaban honrando a Dios con su apariencia. Poco a poco el Espíritu Santo les fue mostrando que habían cosas en sus costumbres y vestimentas que no estaban conforme a lo que a Dios le agrada. Y fue en ese momento que ellas obedecieron a Dios, porque Él les cambió la manera de pensar, no el ser humano.


Mis hermanos, la conclusión de todo lo que he dicho hasta ahora, es que seamos cuidadosos con lo que enseñamos y con lo que le imponemos a otros. Cada vez que abrimos las escrituras, ya sea para leerla o para estudiarla, siempre debemos pedir la dirección del Espíritu Santo, pues Él es el autor de la misma. Y tenemos que pedirle que nos muestre la verdad, su verdad, no lo que tal o cual hermano o hermana piense o interprete en cuanto a tal o cual pasaje; sin importar el renombre del mismo. Porque como dije, el autor de las escrituras es el Espíritu Santo. Además, siempre debemos mirar todas las escrituras con la premisa de que Dios no cambia, así como tampoco lo hace su Palabra.


Que el Señor les bendiga.




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