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  • Foto del escritorAlexis Sazo

En presencia de Dios



El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. (Proverbios 1:7)


Un hermano escribió lo siguiente sobre la presencia de Dios: «De niño, criado en una granja, a menudo me sentía impresionado cuando miraba el cielo en un día claro o cuando escuchaba los truenos de una tormenta que se avecinaba. Dios parecía ser muy grande, y yo me sentía demasiado pequeño. Muchas veces sentía lo mismo cuando entraba a la iglesia o cuando escuchaba orar a mi padre. Hoy, en cambio, tiendo a ser bastante informal cuando pienso en Dios, oro, estudio la Biblia o adoro en la iglesia».


Cuando nos reunimos a adorar, a cantar, a orar y a escuchar un mensaje de la Palabra de Dios, a menudo lo hacemos de manera muy fría y con poco sentido de lo que es el temor de Dios no tomando el peso de lo que estamos haciendo. Por ejemplo, en Eclesiastés 5:2, 4–6, su Palabra nos habla de estas cosas y nos advierte de no hacer promesas a Dios negligentemente o de manera superficial. Cuando nos acercamos a Dios de esta forma nos inclinamos a escuchar solo parte de lo que Dios dice a través de su Palabra, ya que no estamos poniendo toda nuestra atención en ello. Porque escuchar genuinamente implica oír atentamente y obedecer, tal como dice en su Palabra: «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22).

Mis hermanos, es por esta razón que siempre debemos tener en cuenta lo grande y santo que es Dios, y lo pequeños y pecadores que somos nosotros. Por eso es tan importante recordar que cuando entramos en su presencia a orar o vamos a su casa a congregarnos, debemos ser conscientes de delante de quién estamos, porque ciertamente nuestro Dios no es alguien a quien podamos tomar con ligereza.


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