Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado. (2 Timoteo 2.4 LBLA)
El día martes 01 de junio de 2021, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, en la cuenta pública anual, informó que pondrá urgencia a un proyecto de ley que permitiría que personas del mismo sexo contraigan matrimonio. La reacción en las redes sociales no se hizo esperar. Muchísimos cristianos rasgaron vestiduras, otros decían que seguirán orando para que el proyecto de ley no vea la luz, que viene un juicio sobre Chile, que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, etc.
No obstante, en lo particular, me parece curioso cuán inmersos estamos los cristianos en el entramado político de los países en estos días. Muchos justifican que debemos luchar por las cosas políticas de cada país, contra la maldad del mundo y las leyes satánicas que se promulgan, etc. Sin embargo, en las escrituras se nos dice que debemos vivir como extranjeros y peregrinos en este mundo (1 Pedro 2.11), porque nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3.20), no en la tierra; ya que, el reino del Señor Jesús no es de este mundo (Juan 18.36). Y es más, el Señor Jesús nunca dijo nada ni a favor o en contra del imperio romano, el cual era bastante tiránico y barbárico. Asimismo, tampoco habló sobre política o temas terrenales, porque su reino era espiritual, celestial, no de este mundo.
Honestamente, no sé de qué nos impresionamos los creyentes, pues vivimos en un sistema mundano controlado por Satanás (Lucas 4.5-6); y el mundo siempre buscará andar por caminos que vayan en oposición a Dios. Bien dice su Palabra: «Las cosas que ofrece la gente del mundo no vienen de Dios, sino de los pecadores de este mundo. Y estas son las cosas que el mundo nos ofrece: los malos deseos, la ambición de tener todo lo que vemos, y el orgullo de poseer muchas riquezas. Pero lo malo de este mundo, y de todo lo que ofrece, está por acabarse. En cambio, el que hace lo que Dios manda vive para siempre» (1 Juan 2.16–17 TLA).
Y no debemos olvidar que vivimos en los últimos tiempos. Por tanto, que un presidente promulgue una ley o envíe un proyecto de ley abiertamente satánica, no debería ser motivo de angustia o preocupación por parte de los cristianos, pues Dios lo está permitiendo debido a que pronto ha de comenzar la gran tribulación. Ahora, eso no quita que sigamos orando por las autoridades para vivir quieta y reposadamente (1 Timoteo 2.2); por los inconversos del mundo, para que se arrepientan de sus pecados; y que se continúe con la predicación del evangelio incesamente.
Así que, mis hermanos, tengamos cuidado en quienes estamos poniendo nuestra confianza, esperanza y anhelos, porque bien dice su Palabra:
Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor. Son como los arbustos raquíticos del desierto, sin esperanza para el futuro. Vivirán en lugares desolados, en tierra despoblada y salada. (Jeremías 17:5-6 NTV)
La única forma de vivir quieta y reposadamente, es que confiemos únicamente en nuestro Dios, y sea en Él en quien pongamos todas nuestras esperanzas.
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