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  • Foto del escritorAlexis Sazo

El águila y la víbora



Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios. (Efesios 5:15)


«Una clara mañana de verano, observé a una joven ave de rapiña posada en una roca cercana. Era un águila real. Repentinamente desplegó sus alas y con un movimiento majestuoso subió cada vez más alto. Después de unos minutos no fue más que un pequeño punto negro. Pero, de repente, comenzó a bajar desordenadamente haciendo barrena y con las alas medio plegadas, para terminar estrellándose contra el suelo a algunos metros de mí. Después de haberla examinado, descubrí una pequeña víbora fuertemente aferrada al pecho del águila. Mientras el ave descansaba en la roca, la serpiente se acurrucó bajo sus cálidas alas y la mordió en pleno vuelo».


Del mismo modo, hermanos, podemos dejarnos morder por el pecado en sus múltiples formas: mentira, maledicencia, egoísmo, soberbia, deshonestidad, etc. independientemente que estemos «surcando las alturas espirituales». Ninguno de nosotros está libre de una caída, es más, recordemos que se nos advierte contra el «sentirnos seguros»:


Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. (1 Corintios 10:12)


El pecado no puede quitarnos la nueva vida que tenemos en Cristo; sin embargo, puede estropear nuestra carrera espiritual, y quebrantar nuestro servicio para Dios. Seamos, pues, vigilantes y pidámosle al Señor que nos muestre en qué área somos más vulnerables. Y si somos conscientes de haber cometido una falta delante de Dios, es necesario que se la confesemos nuestros pecados inmediatamente; de esta forma Él nos ayudará a triunfar sobre ella, porque «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Corintios 10:13). Así podremos vivir de una manera que le agrede.


Por lo tanto, mis hermanos, no nos contentemos con simplemente evitar el mal, ya que nuestro verdadero gozo debe ser buscar el bien y cumplirlo por amor a Dios y a nuestro prójimo.


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