
Y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mateo 11:29)
En este pasaje, el Señor Jesús nos invita a aprender de Él, destacando dos cualidades específicas: la mansedumbre y la humildad de corazón. Estas virtudes no solo son características del carácter de Cristo, sino que también son caminos hacia el descanso verdadero para nuestras almas, que cada uno de nosotros, sus hijos, debemos seguir.
La humildad es una virtud que nos permite reconocer nuestra dependencia total de Dios. Cuando nos despojamos de nuestro orgullo y arrogancia, abrimos nuestro corazón a la gracia y al amor divino. El orgullo nos carga con expectativas y exigencias que no podemos cumplir, llevándonos a la ansiedad y al agotamiento espiritual. En cambio, la humildad nos libera de estas cargas innecesarias, permitiéndonos encontrar paz en la provisión y el cuidado de Dios.
La sabiduría de Proverbios resalta repetidamente el valor de la humildad y sus beneficios. En Proverbios 22:4 leemos: «Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová». Este versículo nos enseña que la humildad no solo es una virtud deseada por Dios, sino que también trae consigo bendiciones tangibles en nuestra vida. Otro pasaje, en Proverbios 11:2, dice: «Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría». Aquí se nos muestra el contraste entre el orgullo y la humildad. La soberbia conduce a la deshonra y al caos, mientras que la humildad nos guía hacia la sabiduría y el discernimiento.
Así que, cuando nuestro Señor Jesucristo nos llama a aprender de Él, nos está invitando a imitar su carácter, sabiendo que la humildad y la mansedumbre son el camino a una vida llena de paz y descanso en Dios. Al aprender la humildad, reconocemos nuestras limitaciones y entregamos nuestras cargas a Dios, confiando en que Él es suficiente para sostenernos. Del mismo modo, la humildad nos permite vivir en el presente, agradecidos por lo que tenemos y confiados en el futuro que Dios ha preparado para nosotros. Esto nos libera de la comparación y la competencia con los demás, y nos da la seguridad de que nuestra identidad y valor se encuentran en Cristo, no en nuestras propias habilidades o logros.
Pidámosle a Dios que nos ayude a liberar cualquier carga de orgullo o ansiedad que tengamos, y pidamos que nos enseñe a confiar en Él, y así seguir el ejemplo de Cristo, ya que, de esta manera, encontraremos el verdadero descanso para nuestras almas.
Comments