El sacerdocio según el orden de Melquisedec
- 10 nov 2024
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Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. (Salmos 110:4)
Cuando hablamos del sacerdocio del Señor Jesús, encontramos que es único y eterno. El salmista profetiza sobre Él como sacerdote «según el orden de Melquisedec» lo cual nos invita a profundizar en este misterio espiritual que, desde el Antiguo Testamento, apunta hacia la obra redentora y perfecta de Cristo.
Melquisedec aparece brevemente en la Biblia, pero su presencia es trascendental: es rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Al encontrarse con Abraham, le bendice y recibe diezmos de él. No tiene linaje conocido, ni principio ni fin registrado, y su sacerdocio parece ser eterno y diferente al de los sacerdotes de la línea de Aarón. Aquí hay una verdad clave: el sacerdocio de Melquisedec era un tipo del sacerdocio del Señor Jesús, anticipando un pacto mejor y más glorioso.
Jesucristo, como sacerdote según este orden, no necesita ofrecer sacrificios repetidamente, ya que Él mismo fue el sacrificio perfecto. Su obra no se limita a un templo terrenal; su ministerio está en el mismo cielo, en la presencia del Padre, intercediendo por nosotros (Romanos 8:34; Hebreos 7:25). Su sacrificio en la cruz fue suficiente y definitivo, y ahora, sentado a la diestra de Dios, garantiza nuestro acceso a Él para siempre.
Es por esta razón que en nuestro caminar con Dios, podemos acercarnos a Él con plena confianza, porque nuestro Señor Jesús, nuestro sumo sacerdote eterno, ha abierto un camino directo al Padre (Hebreos 10:20). Él conoce nuestras debilidades y nuestras luchas, y nos invita a recibir su gracia y misericordia. No hay barrera ni pecado que no haya sido cubierto por su sacrificio.
Hoy, recordemos que tenemos a un sumo sacerdote que intercede por nosotros continuamente, que entiende nuestras luchas, pruebas, tentaciones, y que nos ofrece su ayuda en nuestras necesidades. Descansemos en la obra completa de Cristo y confiemos en que nada nos separará de su amor.
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