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El pudor: Honrando a Dios con nuestro cuerpo

  • 11 mar
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/_fjtEepBCJw


¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 6:19–20)


Vivimos en una sociedad donde la exposición del cuerpo se ha vuelto algo común y, en muchos casos, incluso promovido. Se nos dice que debemos mostrar lo que tenemos, que la belleza física es un activo para ser exhibido y que la modestia es anticuada. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña algo completamente diferente.


El apóstol Pablo nos recuerda en el pasaje del encabezado que nuestro cuerpo no nos pertenece, sino que es el templo del Espíritu Santo. No es un objeto para ser mostrado al mundo según sus estándares, sino un instrumento para glorificar a Dios. Hemos sido comprados por precio, el precio de la sangre de Cristo, y por lo tanto, nuestra manera de vestirnos, de presentarnos y de comportarnos debe reflejar nuestra identidad como hijos de Dios.


Además, la Biblia nos enseña que dentro del matrimonio, el cuerpo del esposo pertenece a su esposa y el de la esposa a su esposo (1 Corintios 7:4), esto significa que la intimidad del cuerpo es un regalo exclusivo para el pacto matrimonial. Por tanto, lo que Dios diseñó para la privacidad y la exclusividad no debe ser expuesto al público ni tratado con liviandad.


Mis hermanos, el pudor no es una mera cuestión de ropa; es una actitud del corazón. Es reconocer que nuestra identidad no está en la aprobación del mundo, sino en nuestra relación con Dios. Es vestirnos y comportarnos de una manera que refleje santidad, no para llamar la atención sobre nosotros mismos, sino para exaltar a Cristo en todo lo que hacemos.

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