Alexis Sazo
El modelo divino

Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne (Marcos 10:6–8)
Un filósofo moderno decía: «Hemos pasado de un exceso al otro. El primer exceso era la pareja monógama, fiel, que vivía junta, procreaba, construía una familia de por vida; una construcción duradera. El segundo exceso, el deseo de empezar por el fin, esto es, obtener todo enseguida, sin construir, y la pulverización de toda la historia desde la primera dificultad; construcción temporal». Y aquel hombre propone que busquemos un tercer modelo.
Cuando leemos la Biblia, descubrimos que el primer modelo (calificado de «exceso» por aquel filósofo) es el que Dios quiso para sus criaturas, este es: la unión entre un hombre y una mujer. El matrimonio es una institución creada por Dios, la cual es figura de algo mayor, tal como nos dice su Palabra: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia» (Efesios 5:22–24, 32). En otras palabras, el matrimonio es figura de la relación de Cristo con su iglesia.
Entonces, el matrimonio conforme al modelo divino, es un enlace voluntario, basado no en una pasión fugitiva, sino en un amor responsable, desarrollado, que respeta al otro y lo cuida, aceptándolo tal como es.
Pero la sociedad de hoy dice que esto es imposible de realizar hoy, debido a que es profundamente individualista y apasionada por la «libertad» (mas bien, liberalidad y libertinaje) a cualquier costo. Y aunque el hombre puede decir muchas cosas; puede crear leyes que vayan en contra de las leyes de Dios; e incluso, puede justificar su actuar «basados en el amor», no obstante, eso no cambiará lo que instauró desde el principio de su creación, y ni todas las leyes, ni todos los sentimientos del mundo podrán cambiar el modelo divino.
Sin embargo, ¡cuántos sufrimientos y desórdenes serían evitados si los seres humanos de hoy pusieran su confianza y fe en Dios, creyendo sus Palabras y obedeciéndolas!