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El enemigo de nuestras almas



Satanás, es uno de los tres enemigos contra los que luchamos (los otros dos son la carne y el mundo). Pero, ¿alguna vez se ha preguntado por qué este ser caído nos aborrece tanto? Comencemos viendo quién era para así poder entender el porqué de su odio hacia nosotros.


Existen dos pasajes que nos hablan de Satanás antes de su caída, son Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:11-19. En estos pasajes, podemos encontrar lo siguiente:


1. Era sello de perfección, lleno de sabiduría y acabado de hermosura (Ez 28.12).

2. Era un querubín protector y estaba en el monte de Dios (Ez 28.14).

3. Su corazón se enalteció a causa de su hermosura, corrompió su sabiduría a causa de su esplendor (Ez 28.17).

4. Deseó ser semejante a Dios y sentarse en un trono junto a Él (Is 14.13-14).

5. Debido a esta soberbia fue echado del cielo (Ez 28.16-17).


Cuando miramos a este ser perfecto y tan poderoso, cuesta creer que nosotros, seres humanos, fuimos creados del polvo de la tierra (Gn 2.7) y fuimos hechos menores que los ángeles (Sal 8.4), pues ellos son mayores en fuerza y poder (2 P 2.11); sin embargo, se nos concedió la potestad de engendrar vida, siendo polvo como somos; ya que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios (Gn 1.26), quien es el dador de vida. Mientras que a Satanás, que era un querubín grande y protector (Ez 28.14), lleno de perfección y hermosura, no se le concedió tal potestad. Esta es la primera razón por la cual nos odia.


Un paréntesis, en la Biblia, los querubines se presentan como los guardianes del Jardín del Edén (Gn 3.24) y aparentemente de la gloria del Señor (Ez 10.3, 4, 18-20); también los vemos flanqueando el trono de Dios (Sal. 99.1; Isa. 37.16; aunque estas pueden ser referencias poéticas al propiciatorio en el Tabernáculo [Nm 7.89]); como imágenes bordadas en las cortinas del Tabernáculo (Éx 26.1, 31); y como imágenes esculpidas que se están sobre el propiciatorio en el arca del pacto (Éx 25.18-20, 22; 1 Reyes 6.23-28; 2 Crónicas 3.10-13). Y en sentido figurado, la palabra se utiliza para describir el transporte alado de Dios (2 S 22.11; Sal 18.10). (1)


La segunda razón, es que al igual que él, los seres humanos pecamos contra Dios, pero a nosotros se nos ofrece el perdón gratuito de todos nuestros pecados, cosa que a él no y por eso nos aborrece aun más.


Además, existe una razón específica por la que Satanás odia a las mujeres y tiene que ver con que Dios puso enemistad entre el diablo y la descendencia de Eva y porque prometió que a través de una mujer nacería el Salvador de este mundo que acabaría con la serpiente antigua, es decir, con el diablo (Gn 3.15). Esta es la razón por la cual a las mujeres se les ha hecho padecer a lo largo de la historia y se les ha considerado objeto, porque el diablo en su odio al ser humano y en su específico aborrecimiento de la mujer, ha procurado que la existencia de estas últimas sea miserable; y busca por todos los medios torturarla y hacerla esclava de su vanidosa inseguridad. Por eso vemos que el mundo se ha volcado en torno a los “derechos de la mujer” a la “igualdad”, etc. siendo que existe un orden puesto por Dios que no se debe violar, pues a hombres y mujeres se nos dieron roles diferentes tanto en la vida secular y en el hogar, así como en la iglesia local, pero que lamentablemente no se cumplen, porque la mujer (incitada por Satanás) desea ser igual al hombre.


Tengamos cuidado, mis hermanos, porque el diablo está más activo que nunca, sabiendo que le queda poco tiempo (Ap 12.12). Y sigamos el mandato de Dios que nos dice:


Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. (1 Pedro 5.8–9 RVR60)

 

(1) Baker, W. y Carpenter, E. E. (2003). El diccionario completo de estudio de palabras: Antiguo Testamento (p. 524). Chattanooga, TN: AMG Publishers.

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