top of page

El Dios de todo consuelo

  • 31 mar
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/ML-A-2DZFSk


Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. (2 Corintios 1:3–4)


En los momentos de prueba, cuando el corazón se siente abatido y las fuerzas parecen desvanecerse, hay una verdad que nunca cambia: Dios Padre es el Dios de toda consolación. Su amor y misericordia no son palabras vacías, sino una realidad tangible en la vida de sus hijos.


Pablo, al escribir estas palabras, no lo hacía desde la comodidad o la ausencia de dificultades. Él mismo había experimentado aflicciones, persecuciones y sufrimiento por causa de Cristo. Sin embargo, en medio de todo, encontró un refugio seguro en Dios. Él es quien nos levanta cuando estamos caídos, quien nos abraza cuando sentimos el peso del dolor, y quien nos fortalece cuando pensamos que no podemos seguir adelante.


Pero la consolación de Dios no solo es para nosotros. Su propósito es que, así como Él nos conforta, también podamos ser instrumentos de su consuelo para otros. Nuestras pruebas y experiencias no son en vano; Dios las usa para hacernos más sensibles al sufrimiento de los demás y capacitarnos para animar a quienes atraviesan dificultades.


Si hoy nos sentimos desanimados, recordemos que Dios está con nosotros. Acudamos a Él en oración, descansemos en sus promesas y permitamos que su paz llene nuestro corazón. Y si hemos experimentado el consuelo de Dios en nuestra vida, pidámosle que nos guíe a ser un canal de su amor para aquellos que lo necesitan.

Comentários


bottom of page