En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. (Efesios 2:2)
En una revista se podía leer un sondeo de opinión titulado: «Dios en baja, el diablo en alza». A continuación había un artículo que evocaba la descristianización y el entusiasmo por las manifestaciones ocultas, sortilegios, brujería por medio de libros, películas o fiestas con temáticas ocultistas.
Muchos piensan que el diablo es una especie de mito o leyenda urbana. Pero si el diablo fuese aquel ser con cuernos, de color rojo, con cola de flecha, resultado de la imaginería de la Edad Media; y si los brujos y brujas fueran solo personajes ficticios, inventados para hacer estremecer a los niños, no sería realmente peligroso. Pero no es así, la Palabra de Dios nos presenta a Satanás como nuestro enemigo que ronda alrededor nuestro como un león rugiente (1 Pedro 5:8). No es inofensivo, sino todo lo contrario.
Como criatura de Dios ocupaba una alta posición entre los seres angélicos y era considerado «sello de perfección, lleno de sabiduría y acabado de hermosura» (Ezequiel 28:12). Hoy es el jefe del ejército de ángeles caídos como él, los cuales se oponen a Dios, buscando seducir a los hombres con las mentiras del homicida y padre de mentira (Juan 8:44), para impedir que estos respondan positivamente al llamado del evangelio.
Sin embargo, y a pesar de toda la grandeza de este ser, fue vencido por el Señor Jesús en la cruz, puesto que la muerte y resurrección de Cristo lo despojaron de todo su reino, tal como dice en Hebreos: «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre» (Hebreos 2:14–15).
Mis hermanos, la estrategia del maligno es trivializar su existencia y sus temibles poderes para así poder engañar y seducir con mayor facilidad a los seres humanos. Por tanto, estemos atentos y no nos dejemos engañar, pues el diablo no es una fábula, sino que es muy real y un enemigo a quien no debemos mirar en menos.
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