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El cuarto oscuro de Dios



Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo. Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas. (Lamentaciones 3:6–7 RVR60)


Antiguamente, antes de la era de la fotografía digital, para revelar una fotografía era necesario llevar la película –o negativo– a un cuarto oscuro. Y no era hasta después que los químicos hubieran hecho su trabajo en la oscuridad que era seguro exponer los negativos a la luz y producir así las copias finales de las fotos. Una vez revelada la fotografía, podía ser expuesta a la luz, la cual exhibe toda su belleza, sin embargo, si la luz la hubiese tocado antes, habría destruido todo.


Al igual que un negativo y una fotografía debían revelarse en la oscuridad, Dios nos hace pasar por experiencias de «cuarto oscuro», para así revelar nuestra vida espiritual. A medida que pasamos por la prueba, la tristeza, la frustración y la decepción, se produce en nosotros la imagen de Cristo. Entonces es cuando estamos listos para ser expuestos a la luz; tal como dicen las escrituras:

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2 Corintios 4:17–18 RVR60)


No obstante, muchas veces culpamos a las circunstancias o a otras personas por nuestros túneles negros de desesperación y frustración. A pesar de que pueden ser causas secundarias, necesitamos entender que la mano del Padre celestial ensombrece temporalmente nuestro camino. Generosamente nos lleva por esas experiencias porque desea concedernos los «beneficios de la oscuridad». Pero el problema es que: «Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende» (Job 33:14 RVR60); porque nos centramos en el problema y no en lo que Dios hace en nuestras vidas.


Hermano(a), ¿se encuentra en el cuarto oscuro de Dios? Si es así, no se desespere. El Señor está revelando la belleza de la semejanza a Cristo dentro de usted, para exhibirla en el cielo, como un reflejo de la gloria de su Hijo Jesucristo. Por lo tanto, no procure regresar a la luz tan pronto, sino que espere con paciencia en el tiempo perfecto de Dios, porque: «Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso» (Lamentaciones 3:26–28RVR60). O de lo contrario podría echar a perder la impresión del amor de Dios en la película de su vida.


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