¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. (Isaías 49:15)
Hay días en que nos encontramos completamente absortos en nuestras ocupaciones. Nuestra atención se mantiene fija en los detalles de nuestro trabajo si hemos de hacerlo bien. A veces, las horas pueden pasar sin que siquiera pensemos un momento en Dios. Y cuando esto sucede, es consolador saber que nuestro Padre celestial no ha estado tan ocupado como para no pensar en nosotros. Su Palabra nos dice:
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11)
Tal vez podemos identificarnos con la oración que hizo Sir Jacob Astley antes de la batalla de Edgehill el 23 de octubre de 1642: «Ay, Señor, tú sabes lo ocupado que tendré que estar hoy. Pero si acaso te olvido, por favor, no me olvides tú a mí».
Sin que eso sea utilizar estas palabras como excusa para la indiferencia espiritual, podemos decir sinceramente lo que dijo Astley. Y cuando nos acostemos por la noche a descansar nuestros agotados cuerpos después de un arduo día de trabajo, podemos descansar nuestras almas en la seguridad de que Dios, no se cansa ni se duerme y nos mira con amor en incesante vigilia. Tal como dice en Salmos:
Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. (Salmos 121:1–4)
Hagamos el esfuerzo conscientemente de incluir a Dios en todo lo que hacemos y decimos. Hagamos esto buscando su sabiduría, descansando en su fortaleza y alabando su bondad. Aunque lo hermoso es que a pesar de que nosotros sí nos olvidamos de Él, Él no se olvida de nosotros.
Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. (2 Timoteo 2:13)
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