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EL BOSQUE Y EL ÁRBOL



Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1.12 RVR60)


Todos nosotros hemos estado tan cerca de una tentación que hemos perdido nuestro sentido de prioridades. Puede haber sido algo tan pequeño como un rumor que sabíamos que no debía divulgarse, pero la urgencia de contar el chisme bloqueó nuestro sentido de amor al prójimo, nuestro dominio propio y nuestro buen juicio.


Adán y Eva enfrentaron un problema similar en el huerto de Edén. Se quedaron tan absortos con un solo árbol del huerto y no fueron capaces de visualizar todo el «bosque» a causa de aquel árbol. ¡Y hacer eso, cuánto les costó! El jardín del Edén había sido creado especialmente para ellos. En él no había maldad, enfermedad, sufrimientos, dudas, penas, pruebas o muerte; en todo el contexto de la palabra, era un paraíso. Además, disfrutaban la compañía del mismísimo Dios creador. No obstante, renunciaron a todo eso con tal de comer de aquel fruto prohibido.


Su error aún nos afecta, porque como bien dice su Palabra: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5.12 RVR60). ¿Cuántas veces nos perdemos todo el bosque de bondad de Dios por mirar solo al árbol de la prueba? Es cierto que el momento de la tentación se siente muy abrumador, pero bien dice su Palabra:


No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. (1 Corintios 10.13 RVR60)


Les invito a que pensemos en todo lo que Adán y Eva tuvieron que dejar atrás en el huerto. Y llenemos nuestras mentes y corazones de las verdades de la Palabra de Dios, y confiemos en la guía y fortaleza que nos provee Dios a través de su Espíritu Santo (ver 2 Timoteo 1.7). Si hacemos esto, podremos experimentar el gozo de la eterna bendición de Dios en lugar del efímero placer carnal.


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