En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Génesis 1:1)
¿De dónde viene el universo? ¿Cómo fue formado? ¿Qué había antes? ¿Por qué, de la escala cósmica de las partículas elementales, hay un orden más que el desorden? En todo tiempo y en todas las civilizaciones el hombre se ha preguntado estas cosas. La teoría científica aceptada en nuestros días es llamada la «teoría del Big Bang» y dice, en resumen, que el universo se formó en un instante dado a partir de un punto singular de densidad y presión infinitas y de temperatura muy elevada. Se dice que desde el instante cero, el universo está en expansión y se enfría. Pero si preguntamos a los defensores de esta teoría qué había antes del Big Bang, responden que esta pregunta no tiene sentido, ya que el tiempo y el espacio comenzaron en ese preciso momento.
El ser humano sin Dios siempre ha buscado formas de alejarse de Él, incluso en estas materias. Mientras que nosotros, los creyentes, tanto el más humilde como el más sabio, encontramos en la Biblia las respuestas a estas preguntas que tanto quebradero de cabeza produce en las personas del mundo. Bien dice la Biblia: «Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía» (Hebreos 11:3). Para nosotros, aunque inexplicable, es cierto que antes de todo estaba Dios, quien es el creador de todo lo que conocemos.
Los cristianos sabemos que Dios no solo creó el universo, sino también a los seres humanos con el fin de manifestar su amor en nosotros. Y en ese amor y gracia decidió rodearse de una familia constituida por todos aquellos que ponen su confianza y fe en su Hijo Jesucristo (Efesios 2:19). Y ha preparado para los suyos, en un futuro, un porvenir de felicidad en «cielos nuevos y tierra nueva» (2 Pedro 3:13).
Saber todo esto, debe movernos a adorar y rendir honor a nuestro Dios, pues no merecemos nada (salvo el castigo) de lo que Dios nos ha dado, especialmente lo que hemos recibido en Cristo Jesús.