Me hago una pregunta, ¿por qué muchos hermanos en la fe no se interesan en lo relacionado con la doctrina de la Palabra? Me refiero a las cosas como la santidad en la vida diaria y a una obediencia a Dios sin excusas. Me causa mucho dolor ver como tantos de mis hermanos están tan sumergidos en las cosas de esta vida olvidando que ya no pertenecemos al mundo. Siendo que Dios nos enseña en su Palabra: Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a Aquel que lo tomó por soldado (1 Timoteo 2.4 RVR60).
¿Tan difícil nos es agradar al Dios que nos rescató de vivir lo que merecíamos? Mis hermanos, el llamado de Dios no antojadizo, sino que es un llamado de amor, para que dejemos de mirar las cosas que perecen, ya que acá nada es eterno. Dios quiere bendecirnos tan ricamente con bendiciones que durarán por toda la eternidad, pero nosotros lo limitamos cuando solo queremos hacer lo que a nosotros se nos antoja, cuando buscamos lo terrenal y no lo celestial, cuando dejamos de buscar su presencia y su comunión, etc.
Dios quiere nuestra obediencia no porque sea un Padre controlador y castigador que nos quiere ver frustrados en todo, sino que quiere evitarnos problemas, dolores y sufrimientos. Cuando le obedecemos, jamás nos equivocamos, sino que esto pasa cuando lo dejamos de obedecer. ¿En serio no alcanzamos a ver el amor de Dios? Esto es lo mismo que cuando un padre o una madre le prohíbe a su hijo pequeño que juegue con la toma de corriente y menos que vaya a meter sus deditos o alguna cosa metálica. Como adultos sabemos que eso es muy peligroso, ya que el pequeño se puede electrocutar y sufrir quemaduras tanto en su piel como en sus órganos internos, pero aquella criatura no lo sabe. Del mismo modo Dios nos llama a obedecerle para que nos vaya bien y no nos pasen cosas malas.
Es por eso que la Palabra de Dios nos dice que guardar su preceptos nos hacen verdaderamente sabios:
Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos. (Salmos 119.98–100 RVR60)
Hermanos, seamos sabios y hagámosle caso al Señor cuando nos dice que debemos hacer algo o cuando nos diga que no debemos hacer alguna cosa; porque como ya dije, es para nuestro bien, porque sus mandamientos y ordenanzas son una expresión de su amor. Además, para ser sabios debemos temerle:
El temor del Señor es la base del verdadero conocimiento, pero los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. (Proverbios 1.7 NTV)
Seamos sabios, pongamos oído a lo que Dios nos dice, porque sus mandamientos no son gravosos (1 Juan 5.3) y están llenos de su amor infinito.
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