Ejemplo de humildad
- 31 ago 2021
- 2 Min. de lectura

Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. (Salmos 119.71 RVR60)
Quizás una de las cosas más difíciles para los humanos –especialmente para los creyentes– es humillarnos frente a otros. En este mundo, desde muy pequeños, se nos enseña a no dejar ser pisoteados por los demás, pero ¿es así como deberíamos comportarnos los cristianos?
Un antiguo misionero contó la historia de dos cabras monteses que se encontraron frente a frente en un estrecho camino en lo alto de las montañas, en donde solo cabía una de ellas, pero no las dos juntas. No había forma de poder pasar sin que una de ellas cayera, ya que a un lado de aquel pasaje había un precipicio de más de trescientos metros y por el otro un muro de roca sólida, muy liso como para que alguna de ellas pudiera subirse en él. Lo peor era que ninguna de las dos podía dar marcha atrás. Finalmente, en vez de pelearse por el derecho a pasar por aquel camino, una de ellas se arrodilló, quedando lo más abajo que pudo, mientras que la otra cabra pasó por encima, así las dos cabras pudieron seguir por su camino con seguridad.
En cierto sentido, esto mismo es lo que hizo nuestro Señor Jesucristo, ya que nos dice su Palabra:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2.5–8 RVR60)
El Señor Jesús nos vio atrapados entre nuestro pecado y la justicia de Dios, sin ninguna posibilidad de ayudarnos a nosotros mismos. Entonces, Él vino a este mundo tomando forma de siervo para luego morir en humildad por la humanidad pecadora y así dejarnos «caminar por encima de Él» para poder recibir perdón y recibir la vida eterna.
El apóstol Pedro en su primera carta nos habla de cómo el Señor es nuestro ejemplo de humildad cuando dijo: «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1 Pedro 2.21 RVR60). Por lo tanto, cuando somos maltratados por la causa de Cristo, debemos aprender a ser lo suficientemente humildes como para dejar que los demás nos pasen por encima, si es necesario. Esa no es señal de debilidad, sino que fortaleza y verdadera humildad; eso es seguir el ejemplo del Señor Jesús. Además, actuando así, cuando se hace por causa de Cristo, solo le da gloria a su nombre.
Comments