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Dormido en el trabajo



Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. (Romanos 13.11 RVR60)


El siguiente aviso fue colocado en la pizarra de anuncios de una oficina: «La administración ha venido notando que los trabajadores que mueren mientras trabajan no se caen al suelo. Esta práctica debe cesar, porque es imposible distinguir entre la muerte y el movimiento natural del personal. Todo empleado que se halle muerto en posición vertical, será sacado de la nómina de pago».


Esta descripción humorística para aquellos que se duermen en su lugar de trabajo, encuentra un grave paralelo entre los cristianos. Podemos pasar por la rutina de la obediencia sin que nuestro corazón se involucre en ella realmente. Detrás de nuestra apariencia «normal» hay una falta de entusiasmo para vivir piadosamente y servir a Dios. Necesitamos poner oído a la amonestación del apóstol que le hizo a los romanos del verso del encabezado: «Es hora de levantarnos del sueño».


Así como el salmista, debemos ser intensos en nuestro deseo de agradar a Dios:


Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan; pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos. Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos. ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos! Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos. Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios. Tus estatutos guardaré; no me dejes enteramente. (Salmos 119.1–8 RVR60)

Aquel salmista rogaba para no conformarse con una experiencia superficial, verdaderamente anhelaba un compromiso total de amar lo que Dios amaba y aborrecer lo que Él aborrece. El salmista percibía que debía entregar todo su corazón y mente, y hacer la tarea encomendada con todas sus fuerzas.


La verdad, mis hermanos, es que vamos a lograr mucho para el Señor si disponemos no solo nuestras acciones, sino también nuestro corazón y voluntad para obedecer a Dios e ir contra la corriente de este mundo y la atracción de nuestra carne pecaminosa. Así que, ya no nos durmamos más en el trabajo, porque el fin está cada vez más cerca y necesitamos velar.


Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. (Lucas 12.43–44 RVR60)


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