China: Pastor Li Dexian
Justo cuando el Pastor Li Dexian comenzó su sermón, las puertas de la iglesia de su casa se abrieron de golpe. Oficiales armados de la Oficina de Seguridad Pública de China entraron en la habitación, amenazando a todos los presentes y agarrando a Li para arrestarlo.
—Espere, por favor permítame agarrar mi bolso, —dijo el pastor Li. Como siempre, el tono del pastor con los oficiales era educado pero firme.
Los oficiales se sorprendieron ante la petición, dijeron: —¿Qué hay ahí?— Exigieron, agarrando la bolsa negra con cremallera que Li sostenía, abriéndola para mirar su contenido. Li les dijo que la bolsa contenía una manta y un cambio de ropa porque esperaba ser arrestado ese día.
El pastor Li había sido arrestado muchas veces. Dos veces la policía lo había golpeado hasta el punto de que vomitó sangre, y una vez la cara de Li fue golpeada con su propia Biblia. Además, fue advertido de que la policía estaba vigilando la aldea donde él celebraba sus reuniones los días martes. Sabía que si se presentaba a predicar, sería encarcelado, pero, aun así, seguía adelante. En las leyes de ese país, los ciudadanos pueden ser enviados a campos de trabajo por hasta tres años sin un juicio formal.
Los riesgos eran grandes, pero la bolsa de Li estaba llena. Más que tener una bolsa llena, tenía su mente y corazón preparados. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio con tal de poder predicar el evangelio, pues estaba convencido de que Dios cuidaría de él, incluso en la cárcel.
Meditación:
La disposición es una señal de compromiso. El compromiso que no está preparado para el sacrificio es simplemente compromiso disfrazado. Por ejemplo, considere el compromiso matrimonial. Le cuesta a uno el egoísmo y le da un duro golpe a su sentido de independencia. Sin embargo, el resultado es un matrimonio más fuerte. Las relaciones que no están listas para sacrificarse por el compromiso no duran.
El compromiso del creyente con Cristo debe exigir un precio para mantener su valor. Debemos prepararnos para la prueba de nuestro compromiso, afirmando diariamente que seguir a Cristo vale la pena cualquier costo que esto conlleve. Por ejemplo, vale la pena sacrificar el sueño para dedicar nuestro tiempo a la oración matutina. Vale la pena reunirse para la adoración en la iglesia, sin importar si vivimos lejos o estamos cansados. Vale la pena soportar dificultades y juicios, abusos e incluso arrestos por el privilegio de mantener nuestro compromiso con el Señor y padecer por su nombre.
Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. (1 Pedro 4:12–14)
FUENTE. Libro devocional: Devoción Extrema. La Voz de los Mártires.
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