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  • Foto del escritorIris P.

DESECHANDO A DIOS


El pueblo de Israel le pidió al profeta Samuel que les diera un rey que los gobernase. Le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones (1 Samuel 8.5). A Samuel, esto no le pareció bien y cuando oró a Dios para pedir su dirección, él le respondió lo siguiente: 


Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. (1 Samuel 8.7)

Dios, por medio del profeta, les había dicho que ese rey tomaría derecho de ellos, de sus hijos e incluso del fruto de su tierra; pero aun así siguieron en su obstinación de desobedecer a Dios. Él les dejó tener un rey ¿cuáles fueron las consecuencias? Que estos reyes los condujeron lejos de Dios, fomentando la desobediencia, a través de la idolatría; tanto así que hasta incluso sacrificaban (mataban) a sus propios hijos a los dioses paganos; lo cual produjo la ira de Dios, que se manifestó en la muerte de muchos y la deportación a Babilonia.


Esta actitud no es nueva, ya que desde que Adán y Eva pecaron en Edén, la actitud del ser humano ha sido esta: Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas.  (Salmos 2.2–3)


El mundo ha persistido en esta rebeldía contra Dios y como consecuencia ¿quién gobierna el sistema mundano? Satanás; debido a que como humanidad desechamos el gobierno de Dios. Y ¿cómo está el mundo? Lleno de violencia, maldad, mentira, odio, venganza, homicidios, etc. La humanidad es cruel y sin afecto natural, especialmente en estos días (2 Timoteo 3.1-2) como resultado de haber abandonado la soberanía de Dios.


Como cristianos tenemos un Rey y Señor, sin embargo, muchas veces queremos hacer lo que hizo Israel o lo que sigue haciendo el mundo. No queremos que Él gobierne sobre nuestras vidas y buscamos hacer nuestras propia voluntad.  Pero eso era en otro tiempo, cuando estábamos en el mundo, pero el Señor nos cambió, así le dice Pablo a los efesios:


Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. (Efesios 2.1–2)

Entonces, honremos a Dios a través de nuestra obediencia constante y no cometamos el mismo error que nuestros primeros padres, Israel y el mundo. 


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