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Desear sabiduría



Amados en Cristo, ¿por qué es que debemos anhelar la sabiduría de Dios en nuestras vidas? Porque bien nos dice su Palabra:


El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. (Proverbios 9.10 RVR60)


No hablo de la sabiduría de este mundo, ya que esta no es más que una necedad: ¿No ha hecho Dios que la sabiduría de este mundo sea necedad? (1 Corintios 1.20 LBLA). No solo eso, los seres humanos dicen ser sabios, cuando en realidad son necios (Romanos 1.22). Por esta razón, no tiene sentido que busquemos ese tipo de sabiduría humana, sino que debemos procurar la sabiduría de lo alto:


Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. (Santiago 3.17 RVR60)


Sabemos que el mundo aborrece al Señor y a los que somos suyos (Juan 15.17-18); no obstante, algo totalmente distinto es rechazar la sabiduría de Dios, porque bien dice en su Palabra que: los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza (Proverbios 1.7 RVR60). Pero, ¿cómo podemos adquirir el temor de Dios para ser sabio delante de sus ojos? La misma Palabra de Dios nos da la respuesta:


Hijo mío, si recibes mis palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti, da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento; porque si clamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. (Proverbios 2.1–6 LBLA)


En síntesis, lo que dicen estos versículos es que debemos desear ser sabios delante de Dios y atesorar la Palabra de Dios en nuestros corazones. Claro, para ello tenemos que pasar tiempo escudriñando las escrituras, leyendo, meditando en ellas, memorizando versículos. En otras palabras, pasar tiempo en la Biblia debe ser un deleite y no una obligación. Además, si es que necesitamos sabiduría, basta con que la pidamos para recibirla:


Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1.5 RVR60)


Así que, hermanos, busquemos la sabiduría de Dios para nuestras vidas de manera diaria, desechemos la llamada sabiduría humana, pues es una necedad y sobre todo, pidámosle a Dios que nos de la sabiduría para vivir vidas agradables a sus ojos.


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