Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro 5:7)
Un creyente escribió la siguiente reflexión: El tiempo se hace largo en mi habitación del hospital, pero desde la ventana tengo una pequeña distracción: la construcción de un nuevo edificio. Entre todas esas máquinas que trabajan, una me llama la atención de forma especial: la grúa. Cada mañana su conductor es el primero en llegar a la obra. Sube a la máquina y espera las órdenes del equipo, que pronto se pone en marcha. Hay cargas muy pesadas para mover, pero ninguno de los obreros se aventura a hacerlo, pues basta con atarlas al cable de la grúa y, por medio de un teléfono, pedir al conductor que las mueva. ¡Sería realmente absurdo tratar de levantar centenares de kilos, mientras la grúa puede hacerlo tan fácil!
Esto me hace pensar en tantos esfuerzos que hacemos tratando de levantar cargas demasiado pesadas para nosotros: preocupaciones de vida, la búsqueda de un empleo, quizás una mala conciencia, el vacío de nuestro corazón, la necesidad de ser amado, una ofensa que no podemos perdonar. ¡Cuántas cargas, preocupaciones y angustias, que apenas podemos levantar y no se las entregamos al Señor! El Señor Jesús dijo:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)
Jesús está dispuesto a llevar en nuestras cargas, todo aquellas cosas que nos oprimen. Dios nos invita a hacerlo, pues nos dice: «Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará» (Salmos 55:22). Amado(a) hermano(a), no se agote tratando de llevar solo aquello que Dios quiere llevar con usted, o incluso en su lugar ¡Vaya a Él! Él le ama y quiere su bien. Así que encomendemos todas esas cargas mediante la oración y pidámosle que se ocupe de ellas. ¡Dejemos que el más fuerte lleve las cargas!
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