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Cuatro privilegios que gozamos



Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan 10.9 RVR60)


Jesús, el gran Yo Soy, es la única entrada a la iglesia verdadera, la cual es su cuerpo (Efesios 5.23), y asimismo Él es el único camino para llegar a Dios Padre (Juan 14.6). Y tras atravesar la puerta, que es el Señor Jesús, que tenemos cuatro privilegios todos los creyentes, basados en el versículo de Juan 10.9:


a) «Será salvo»: Cuando miramos el Antiguo Testamento, vemos que Noé y su familia entraron por la puerta del arca y estuvieron seguros de la destrucción. Lo mismo pasaba cuando un homicida accidental, es decir, el que mató a alguien por casualidad (ver Números 35.9–28), atravesaba la puerta de la ciudad de refugio quedaba a salvo. Entrar a través de Jesús es la garantía de entrar por la misma puerta del cielo, porque Él es la única puerta. Bendito aquel que deposita toda su esperanza de admisión a la gloria divina sobre nuestro Señor.


b) «El que entrare»: Este tendrá el privilegio de entrar a formar parte de la familia divina (Efesios 2.19), compartir el pan de los hijos (Marcos 7.27) y participar en todos los honores y deleites de parte de Dios. El que entrare lo hará a aposentos de comunión, a los banquetes de amor, a los tesoros del pacto, a las fortunas de sus promesas. Entrará a lo del Rey de reyes en el poder del Espíritu Santo.


c) «Se moverá con entera libertad»: Esta bendición es muy olvidada. Salimos al mundo a trabajar y sufrir, pero ¡qué misericordia es ir en el nombre y poder de Jesús! Somos llamados a dar testimonio de la verdad, a alentar al desconsolado, a advertir al imprudente, a ganar almas y a glorificar a Dios y, como dijo el ángel a Gedeón: «Ve con esta tu fuerza» (Jueves 6.14), y aun así el Señor quiere que procedamos como sus mensajeros en el nombre y poder.

d) «Y hallará pastos»: Aquel que conoce a Jesús, nunca tendrá necesidad, porque el Señor le proveerá de sus delicados pastos (Salmos 23.2). Al haber hecho al Señor Jesús su todo, encontrará todo en Él; en otras palabras, nuestras almas estarán como en un jardín regado a diario con el agua de un pozo que jamás se agotará.


—Charles H. Spurgeon

En paz me acostaré (modificado)


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