
Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 16:25)
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. (Salmo 119:9)
Dios ordenó a Jonás ir a Nínive, pero esta orden molestó al profeta, quien decidió partir a otro lugar. En el puerto halló una nave que partía para Tarsis. Todo parecía favorable, pero Jonás, ¡estaba desobedeciendo a Dios!
El apóstol Pablo estaba de camino a Roma. El tiempo tempestuoso hacía difícil el viaje, y Pablo advirtió a los marineros, de parte de Dios, que era peligroso continuar. Pero un suave viento del sur empezó a soplar. Todo parecía ir bien, y los marineros, haciendo caso omiso a la advertencia, levantaron anclas. Al poco tiempo se levantó una gran tormenta, dando la razón a Pablo. Y naufragaron (Hechos 27).
Hay circunstancias que parecen favorables ante un determinado proyecto, pero que finalmente conducen a un camino que Dios desaprueba. ¡Y esto se manifiesta más cuando no se tiene fe! La traición de Judas es un solemne ejemplo: halló el momento oportuno y entregó a su Maestro (Lucas 22:6; Marcos 14:11).
Dios puede servirse de circunstancias para conducir a los suyos. Pero ante todo nos muestra su voluntad a través de su Palabra. Si los sucesos que se nos presentan son un riesgo para llevarnos por un camino contrario a la Palabra de Dios, ¡tengamos cuidado! Dios nunca se contradice. Pero Satanás sabe aprovechar las diferentes situaciones para arrastrarnos a desobedecer. Él sabrá convencer a un joven creyente, por ejemplo, de casarse con una joven incrédula, cuando Dios nos enseña claramente lo contrario. ¿Qué dice la Palabra de Dios?: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14).
Fuente: La Buena Semilla
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