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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Cuando a veces nos perdemos



Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14.12 RVR60)


Un predicador una vez dijo: «Mi padre ha tenido siempre un sentido de la orientación envidiable. Instintivamente, sabía dónde estaban el norte, sur, este y oeste. Y siempre tenía razón, hasta la noche en que no la tuvo.


Esa noche, mi padre se perdió. Había asistido con mi madre a un evento en un lugar desconocido, y regresaron cuando ya estaba oscuro. Él estaba convencido de que sabía el camino a la autopista, pero no fue así. Se desorientó; luego, se confundió; y finalmente, se frustró. Mi madre lo tranquilizaba, diciendo: «Sé que es difícil, pero busca en el mapa del teléfono. Está bien». Hasta donde yo sé, por primera vez en su vida, mi padre de 76 años de edad miró un mapa. Y en el teléfono».


Sabemos de sobra que las personas que rechazan el regalo de la salvación de Dios están perdidas, siguiendo sus caminos, que tienen apariencia de ser derechos, correctos, buenos (tal como dice el proverbio del encabezado), pero solo les llevan a la muerte. Porque como dijo el Señor, solo hay dos caminos:


Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mateo 7.13–14 RVR60)


Ese camino que lleva a la vida es el Señor Jesús, tal como Él lo dijo en Juan 14.6; no obstante los creyentes también nos podemos extraviar en nuestro camino. Por ejemplo, el rey David era un hombre con una rica comunión con Dios, pero algunos de sus salmos revelan momentos cuando parece perdido, espiritual y emocionalmente. El Salmo 143 es uno de ellos. El corazón del gran rey estaba desolado (v. 4), y se sentía angustiado (v. 11). Entonces, oró: «Hazme saber el camino por donde ande» (v. 8). Y lejos de contar con un teléfono, clamó al Señor: «en ti he confiado» (v. 8).


Así que, hermanos, ¿en quién estamos confiando para que sea nuestro guía en nuestro caminar diario en esta vida? ¿Somos nosotros mismos o es Dios a quien seguimos?


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