(Leer Romanos 5:15–21)
Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. (Romanos 5:18)
Adán y Cristo se encuentran cada uno a la cabeza de una generación humana. Esas generaciones son los dos grupos en los cuales puede dividirse la humanidad. Todo ser humano pertenece o bien a Adán, cabeza de una generación caída en el pecado, o bien a Cristo, cabeza de una generación justificada. Las consecuencias de lo que hizo Adán valen para los integrantes de su grupo y el resultado de la obra de Cristo para para los integrantes del suyo. Que es lo que leemos en el versículo 19 de esta carta:
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. (Romanos 5:19)
Hay una diferencia entre los versículos 18 y 19. El versículo 18 afirma que todos los hombres están bajo condenación como consecuencia de la acción de Adán. Pero todos pueden ser justificados también, por la obra de Cristo. El resultado de ambas obras concierne a cada ser humano.
Sin embargo, en el versículo 19 no dice: «todos los hombres», sino «los muchos». Es importante destacar esto, porque aunque todos los seres humanos nacemos perteneciendo al grupo de Adán, existe este otro grupo –en el cual no estamos todos los seres humanos– que pertenece al grupo del Señor por el nuevo nacimiento que han experimentado. Esa fue la condición impuesta por el Señor Jesús cuando dijo:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (Juan 3:3)
Para aquellos que hemos nacido de nuevo, el pecado ya no reina para muerte, sino quien reina es la gracia dada por Dios (Efesios 2:8–9). Aunque observemos bien que la gracia reina por la justicia, esto no significa que Dios hiciera vista gorda al pecado y como si esta ya no existiera. Si recibimos gracia es porque la justicia de Dios fue satisfecha y, por consiguiente, recibimos la vida eterna que nuestro Señor consumó en la cruz.
Entonces, ¿a qué grupo pertenece usted?
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