Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres; ofrezcan sacrificios de alabanza, y publiquen sus obras con júbilo. Los que descienden al mar en naves, y hacen negocio en las muchas aguas, ellos han visto las obras de Jehová, y sus maravillas en las profundidades. (Salmos 107.21–24 RVR60)
A los 27 años de edad, Rembrandt pintó la escena Cristo en la tormenta en el mar de Galilea, basada en la historia de Marcos 4. Con su distintivo contraste de luz y sombra, el cuadro muestra un bote pequeño que corre peligro de ser destruido por una furiosa tormenta. Mientras los discípulos luchan contra el viento y las olas, Jesús permanece impasible. No obstante, lo más extraño es la presencia en el bote de un décimo tercer discípulo, el cual, según los expertos en arte, se parece a Rembrandt.
El evangelio de Marcos describe la impresionante lección que los discípulos aprendieron sobre quién es Jesús y lo que puede hacer. Mientras ellos trataban desesperadamente de impedir que el bote se hundiera, Jesús dormía. ¿No le importaba que estuvieran todos a punto de morir? (v. 38). Después de que Jesús calmó la tormenta (v. 39), les hizo esta aguda pregunta: «¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?» (v. 40). Entonces, el temor en ellos aumentó, y se gritaban unos a otros: «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?» (v. 41).
Nosotros podríamos ubicarnos en esta historia y descubrir, tal como lo hicieron los discípulos de Jesús, que Él revela su presencia, compasión y control en todas las tormentas de la vida. Nada está fuera de su control, por más feroz que nos parezca, Él tiene el control de todo.
¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? (Lamentaciones 3.37–38 RVR60)
No temamos, aprendamos a confiar en nuestro Señor, porque si Él va en la barca con nosotros, no existe tormenta que nos pueda hundir.
— DCM
Nuestro Pan Diario (Modificado)
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