Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada. (Isaías 37.6-7 RVR60)
El rey de Asiria, Senaquerib, invadió Israel y mandó a Rabsaces con un gran ejército para atacar Jerusalén (Isaías capítulo 36). Éste último amenazó a todo Jerusalén diciendo que Jehová no los podría salvar de su mano; pero el rey Ezequías clamó a Dios. Como vemos en el primer verso Dios les dijo que no temieran, aunque Ezequías no le creyó a Dios del todo, porque dice su Palabra:
Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas, y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron. Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová. (Isaías 37.15-20 RVR60)
Muchas veces somos como este rey, le creemos y tememos a los hombres, pero no confiamos en Dios.
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. (Mateo 10.28 RVR60)
Dios nos manda a confiar en Él de todo corazón:
Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. (Proverbios 3.5-6 RVR60)
Porque cuando Dios se propone a hacer algo, no hay quién lo pueda estorbar:
No temas, porque yo estoy contigo. Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? (Isaías 43.5, 13 RVR60)
¿De qué hemos de temer hermanos? Creámosle al Todopoderoso Dios en cuya mano estamos y dejemos los temores de este mundo; porque bien dicen las escrituras:
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23.19 RVR60)
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