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Crecer en Cristo



Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4.6-7 RVR60) Hoy en este tiempo donde los días se diluyen como agua y todo corre tan rápido, el afán de esta vida nos consume. Los hijos, las deudas, el auto, la casa, etc. Los hijos de Dios somos atacados como nunca con estas cosas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. (Mateo 6.34 RVR60) Descansando en Cristo no estaremos afanados por nada, pero para ello debemos crecer en el conocimiento y la gracia de Dios, ya que el afán es algo carnal y no espiritual. Y según el verso 6 de Filipenses 4, debemos contarle nuestros afanes al Señor a través de la oración, rogando y dando gracias para no estar afanosos por las cosas de esta vida. Nuestro nuevo hombre se renueva a través de la Palabra de Dios y en la oración, al buscar primeramente el reino de Dios (Mateo 6.33). Una vez que superamos esta etapa del afán tendremos la paz del Señor y será Él quien guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en sí mismo. Y luego de esto no solo se acabará el afán y habrá paz en nuestro corazón y mente, sino que podremos ir más allá de la paz: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.(Filipenses 4.4-5 RVR60) Una vez que hemos aprendido a dejar nuestros afanes en las manos De Dios, recién nos podremos regocijar en el Señor siempre; pero no por un rato o por un un día, ni siquiera unos años, sino de manera permanente. Ahora bien, no sé si notó que cité el verso seis, antes que el cuatro. Es porque si hay afán en nuestras mentes y corazones no tenemos paz y, por tanto, ¿cómo se supone que nos vamos a regocijar en el Señor? Pero ojo, que este regocijo no significa que me voy a estar riendo todo el día, no, este regocijo diferente, pues es permanente, ya que sin importar las circunstancias en las que podamos encontrarnos, siempre nos podremos regocijar en Dios, porque tendremos la certeza de que Dios nos sostiene y sustenta. Así que, pidámosle a Dios que nos enseñe a crecer en la gracia, la fe y el conocimiento de Él para así poder llegar a regocijarnos cualquiera sea la situación.


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