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¿CONOCEMOS A DIOS?



Es una pregunta que deberíamos hacernos todos los días.  Muchas veces  decimos: “Sí, claro, cómo no conocerlo si es mi Salvador; conozco sus mandamientos y sé que envió a su Hijo Jesucristo  a salvar al mundo; voy a la iglesia; tengo comunión con Él y con los hermanos; cuando oro él me escucha; y leyendo su Palabra yo le escucho a Él, etc.”

¿Es todo eso el conocimiento que debemos tener del Gran Yo Soy? Leamos las palabras dichas por Juan el Bautista. Él vio a Jesús que venía hacia a Él y dijo: 

He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) 

¿Conocía Juan a Jesús? La Palabra de Dios nos dice que Juan anunciaba a Jesús sin conocerle, pues nunca le había visto.

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. (Juan 1.33–34)

Aunque, cuando Juan fue encarcelado por Herodes, mandó a dos de sus discípulos a decir a Jesús: ¿Eres tú Aquel  que había de venir, o esperaremos a otro? (Mateo 11.3). ¿Contradicción? No, es que el reporte que le llevaron sus discípulos a Juan antes de enviarlos donde el Señor Jesús lo dejaron confundido. Pues él, antes de ser encarcelado, pregonaba acerca del juicio que traería el Mesías con él. 

Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. (Lucas 3.7, 9)

Pero veía que el Señor no condenaba a nadie, sino todo lo contrario (Juan 3.16-17). Su corazón se llenó de dudas, quizás esperaba ser rescatado de la cárcel. No lo sabemos, pero sí sabemos que en su corazón y mente llegó a dudar si aquel sobre quien vio descender el Espíritu Santo era verdaderamente el Hijo de Dios. ¡Cuántas veces nos pasan cosas a nosotros que nos tiran abajo y empezamos a dudar si quizás Dios no nos oye o que no responde! Otras veces  decimos que Dios es injusto debido a lo que nos está pasando, etc. Pero ¿Se enojó Jesús con Juan porque dudo de Él? ¡En absoluto! 

Creo que conocemos muy poco de Dios, pues no alcanzamos a comprender que Él es el SEÑOR de los cielos y la tierra. Él sabe todo de nosotros, conoce nuestras las necesidades que estamos pasando, los dolores que padecemos, las injusticias de las que somos víctimas, etc. 

Lo que nosotros no entendemos es que a través de estas tribulaciones vamos siendo limados, pues estamos llenos de asperezas y cargamos tantas cosas pasadas y presentes que no nos dejan crecer espiritualmente. ¿Por qué tememos? Ya que es necesario que pasemos por la limpieza de Dios, porque si no tuviésemos altos y bajos en nuestra vida espiritual, entonces tendríamos que preocuparnos. 

¡Gloria a Dios, porque si el oro no pasara por la hornaza, no brillaría y Él quiere que brillemos. Amén!



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