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Confiar en Dios en tiempos de escasez



Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. (Habacuc 3:17–18)


La vida cristiana no está exenta de pruebas y momentos de dificultad, tal como nos lo advirtió nuestro Señor (Juan 16:33). El profeta Habacuc vivió en un tiempo de gran incertidumbre. A su alrededor, veía la corrupción, la injusticia y la inminente destrucción de su nación. En medio de esta realidad desalentadora, Dios le reveló un juicio que parecía aún más sombrío. Sin embargo, la respuesta de Habacuc no fue de desesperación o incredulidad, sino de confianza total en Dios.


Acá aprendemos una poderosa lección: Nuestra fe no debe depender de las circunstancias, sino de la fidelidad de Dios. En este pasaje, el profeta describe una situación de pérdida total: no hay fruto en los árboles, no hay cosecha, no hay ganado. En términos modernos, podríamos decir que faltan los recursos básicos para sobrevivir, es como decir: No hay comida, no hay luz, no hay agua, no hay gas. No obstante, su declaración final es asombrosa: «con todo, yo me alegraré en Jehová». 


Este es el llamado a los creyentes: cuando las circunstancias no sean favorables, cuando parezca que nuestros recursos se han agotado, aún debemos alegrarnos en el Señor. ¿Cómo alegrarse en tan sombrío escenario? El saber que nuestra alegría y confianza no deben estar atadas a lo que tenemos o lo que podemos ver, sino a quién es Dios, lo que tenemos en Él y lo que nos ha prometido.


El profeta Habacuc pudo regocijarse porque su confianza no estaba en las cosas materiales, sino en el Dios de su salvación. Esta misma confianza nos puede sostener hoy. Consideremos lo siguiente: El mismo Dios que proveyó para Israel en el desierto durante 40 años, es el que cuida de nosotros. ¿Existe una razón para desconfiar de sus promesas a sabiendas de que nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades? (Mateo 6:8).


El llamado que tenemos es a confiar en que, aun cuando falten los recursos visibles, Dios sigue siendo fiel para proveer para nuestras necesidades. Tal vez no entendamos por qué estamos pasando por momentos de escasez, pero podemos estar seguros de que Dios usa cada situación para nuestro bien (Romanos 8:28).

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