Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)
Muchas veces, los cristianos, tendemos a citar este versículo empezando desde «a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien», pero el versículo realmente empieza diciendo: «Y sabemos que a los que aman a Dios[énfasis añadido]». Esto es así porque nuestro conocimiento viene por fe, ya que por la fe tenemos la confianza de que Dios no nos va a decepcionar.
Una vez, leí la historia de un naufragio. Hubo un solo sobreviviente, el cual llegó a una pequeña isla desierta; el cual oró para que Dios lo rescatara, pero la ayuda no llegó. Los días pasaron y se hizo una choza con madera que llegó flotando a la orilla proveniente del naufragio, para así poder protegerse de los elementos. Un día, salió a recolectar alimentos y cuando volvía se encontró con que su choza estaba en llamas; y el humo del incendio subía hasta el cielo. En ese momento lanzó un grito lleno de frustración, diciendo: «¡Dios! ¿Cómo pudiste hacerme esto?» A la mañana siguiente lo despertaron personas que lo fueron a rescatar. Entonces él les preguntó: «¿Pero cómo supieron que estaba aquí?» «Vimos tus señales de humo» —Contestaron ellos.
Un pastor escribió una vez: «A veces el amor de Dios parece casi odio por las dificultades que Él permite que nos pasen. Sin embargo, el resultado final siempre confirma su naturaleza». Esto me hace recordar las palabras que el Señor le dijo a Pedro: «Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después» (Juan 13:7). Y es así, Él permite cosas en nuestras vidas que muchas veces no entendemos en su momento, pero que luego podemos comprender. Por eso dice su Palabra:
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8–9)
Pero esto es lo hermoso, que aunque no sepamos el porqué, podemos tener la plena certeza de que es para algo bueno, «porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jeremías 29:11). Por lo tanto, podemos depositar toda nuestra confianza en Dios.
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