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  • Foto del escritorIris P.

CON LOS OJOS DE LA FE



Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y éste es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. (Números 13.17, 25, 27-29, 30-33 RVR60)

Hermanos, ¿confiamos en lo que ven nuestros ojos físicos o nuestros ojos espirituales? Porque diez de los doce espías vieron gigantes y temieron; y solo dos de ellos (Caleb y Josué) creyeron que Dios estaba con ellos y los podrían derrotar sin problemas.

Un ejemplo similar es David cuando aún era una adolescente venció a Goliat (1 Samuel 17). Él no miró al gigante de casi 3 metros fuertemente armado que tenía en frente, sino que miró con ojos de fe, pues confiaba en el Todopoderoso Dios. Esa es la actitud que Dios quiere en sus hijos e hijas.

Cuando confiamos en Dios y le creemos de corazón, no mirando lo que tenemos enfrente, sino mirando a lo alto, veremos todo con una perspectiva diametralmente opuesta. Y eso es lo que Dios quiere de nosotros, que le creamos a Él y no a nuestros sentidos o nuestra mente. Porque si Él promete algo, lo cumple, ya que no miente (Número 23.19).

Esta manera de andar, significa vivir en y por el Espíritu de Dios; entonces implica que estaremos usando nuestros ojos espirituales para ver las cosas que nuestros ojos físicos no logran ver. Además, le creeremos a Dios, porque veremos las cosas como Él las ve. Algo que vale la pena destacar, es que aquellos que son incrédulos a la Palabra de Dios, nos la Biblia que serán condenados:

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. (Apocalipsis 21.8 RVR60)

Es que debemos recordar que para nuestro Dios no hay nada que sea imposible (Génesis 18.14). Así que, hermanos, dejemos de mirar todo con nuestros ojos humanos y aprendamos a confiar y a caminar usando los ojos de la fe.

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