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Caminar con Dios



Oh hombre, él te ha declarado qué sea lo bueno, y qué pida de ti Jehová: solamente hacer juicio, y amar misericordia, y humillarte para andar con tu Dios. (Miqueas 6:8 RV1909).


Algunos médicos insisten en la importancia de que el hombre se tome el tiempo para caminar. El ejercicio es muy útil para la circulación de la sangre, para el corazón y aun para el estado de ánimo. Asimismo, para tener una buena condición espiritual, es necesario caminar con Dios. Esta expresión, que hallamos varias veces en la Biblia, reviste una realidad espiritual simple, pero profunda y concreta.


Ahora, un punto muy relevante, es que cuando caminamos con alguien, primero debemos estar de acuerdo con esa persona: «¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?» (Amós 3:3). Por tanto, para poder caminar con Dios, primero debemos creer en el Él como nuestro salvador personal. Lo segundo, es dejarnos guiar por Él, es decir, que adonde nuestro Él vaya, nosotros debemos seguirle. Por eso es necesario buscar su voluntad y hacerla. Y en la medida que vamos conociendo su Palabra y caminando con Dios, le vamos conociendo más profunda y personalmente, al mismo tiempo que nos va capacitando para obedecerle más cada día.


En la antigüedad, hubo varios hombres y mujeres que caminaron con Dios, pero hay uno en particular que es célebre por ser el primero de quien se dice que caminó con Dios, me refiero a Enoc. Se dice lo mismo de él dos veces:


Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. (Génesis 5:22, 24)


Ciertamente, la conducta de Enoc contrasta con la de sus contemporáneos, quienes vivían sumidos en sus pecados, caminando lejos de Dios. Hoy estamos en un mundo que cada vez es más perverso y se aleja más de Dios. Nosotros, como creyentes, debemos seguir caminando con Él, sin importar lo que haga la sociedad que nos rodea.


Además, un detalle hermoso, es que aquellos que caminan con Dios nunca estarán solos; y aunque los que nos rodean nos abandonen, si caminamos con Dios, siempre tendremos la más preciosa de las compañías. Pero ¿estamos caminando con Dios?


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