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Caminando en integridad



Lectura Bíblica sugerida: Salmo 101


Misericordia y juicio cantaré; a ti cantaré yo, oh Jehová. Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. (Salmos 101:1–2)


Este salmo de David es una declaración de su compromiso con la justicia y la integridad delante de Dios. A través de sus palabras, podemos ver el deseo ardiente de vivir una vida que honre a Dios en todos los aspectos, comenzando por su propio hogar.


David comienza con una proclamación de alabanza, reconociendo el amor y la justicia de Dios. Esto establece la base de su compromiso: un entendimiento de que la justicia divina debe reflejarse en su propia vida. Como norma de vida para los creyentes, en un mundo lleno de corrupción y engaño, el compromiso de vivir con integridad es «radical».


Mis hermanos, nada sacamos con mostrarnos de una forma determinada, porque la integridad comienza en lo privado del hogar. Y aquí, el rey David reconoce la importancia de tener una vida intachable no solo en público, sino también en la intimidad de su vida personal y en su casa. Por lo tanto, este salmo es un llamado a examinar nuestros corazones —y acciones—, asegurándonos de que estén alineados con los principios de Dios.


David también hace un compromiso de no tolerar la maldad en su entorno. Esto implica ser selectivo con nuestras amistades y con quienes nos asociamos. El deseo de David era estar rodeando de personas que también buscasen vivir en fidelidad a Dios. ¿Por qué? Porque la influencia de quienes nos rodean puede impactar profundamente nuestra vida espiritual, por lo que es crucial buscar la compañía de personas fieles. Bien dice en Proverbios: «El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado» (Proverbios 13:20).


Mis hermanos, pidamos a Dios que nos dé la sabiduría para rechazar lo vil y lo vulgar, y la fuerza para mantener un hogar íntegro, así como un testimonio fiel frente al mundo, para que así podamos ser luz y sal (Mateo 5:13–16), así como un reflejo de su amor, buscando siempre rodearnos de personas que honren a Dios.

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