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  • Foto del escritorIris P.

¿CÓMO HEMOS DE PENSAR?



Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4.4)

Diariamente somos bombardeados con información que llega a través de la radio, la prensa, la televisión, los contactos personales y el, hoy en día, omnipresente Internet. 


Recibimos diferentes opiniones de manera constante, pero ¿cuál es la opinión correcta? Porque la gente opina sobre temas candentes como el aborto, el matrimonio “igualitario”, las plagas, la política, la legalización marihuana, etc. Además, en todos estos medios de comunicación siempre convocan a los así llamados “expertos” de dichas materias, pero ¿quién de todos ellos tiene la razón? ¿Quién tiene la respuesta correcta?


Como creyentes necesitamos una base sólida que nos dé la respuesta correcta. Necesitamos información fidedigna para no equivocarnos, especialmente cuando se nos pide nuestra opinión. He aquí la maravilla de nuestro Dios que nos ha provisto de su Palabra, nuestra inequívoca fuente de verdad. No obstante, ella no va a ayudarnos a menos que la escudriñemos diariamente y más aún, le hagamos caso; porque hace falta permitirle que tenga efecto sobre nuestras vidas; ya que es de imperiosa necesidad que la pongamos por obra en nuestras vidas.


Como creyentes somos responsables por lo que permitimos entrar en nuestra mente; y si vamos a sacar conclusiones correctas y edificantes para nuestras vidas, practiquemos lo que Pablo el apóstol aconsejó a los Filipenses: 


Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. (Filipenses 4.8–9)

Cuando pensamos de esta manera, aplicamos la perfecta sabiduría de Dios para enfrentar las demandas de la vida. Sabiduría que sobrepasa a la humana y que además es infalible. Ahí está el secreto de una vida limpia, una de victoria en victoria contra el pecado. Pues pensando en lo que nos dice Pablo, nos llevarán a actuar conforme a la voluntad de Dios. Del mismo modo, pensando así, no permitiremos que nuestra mente se ensucie en la cloaca repugnante del mundo que nos rodea.


El texto de cabecera decía: Regocijaos en el Señor siempre. Así que mis hermanos, regocijémonos en el Señor, en reconocer que él tiene el derecho de ejercer su soberana voluntad en nuestras vidas.


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